En la actualidad, el debate sobre la movilidad sostenible y la electrificación del transporte es más relevante que nunca, especialmente a medida que el mundo busca alternativas viables ante el cambio climático. En este contexto, hay un cabildeo potente que favorece a las energías no renovables y que, al mismo tiempo, desacredita la transición hacia vehículos eléctricos. Sin embargo, muchas de las afirmaciones negativas que circulan informáticamente sobre estos vehículos son, en su mayoría, erróneas o engañosas.
Un estudio del Centro Sabin para el Derecho del Cambio Climático de la Universidad de Columbia revela cuatro mitos comunes en contra de los vehículos eléctricos (VE) que merecen ser desmentidos.
Primero, se argumenta que “los VE tienen un efecto negativo neto sobre el cambio climático”. Esta afirmación es incorrecta. Los vehículos eléctricos son fundamentales para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y para disminuir la dependencia de combustibles fósiles. De hecho, numerosos estudios han demostrado que, en la mayoría de los casos, los VE generan menos emisiones a lo largo de su ciclo de vida comparados con los automóviles de gasolina. Su mayor eficiencia es la clave para esta reducción.
El segundo mito sostiene que “los VE costarán muchos empleos en la industria automotriz”. Esta idea es también fallida. La producción de componentes para VE con batería exige más mano de obra en comparación con los motores de combustión interna. Por ende, se proyecta que la electrificación del transporte no solo mantenga los empleos, sino que también impulse el crecimiento del empleo en la manufactura de tecnología innovadora en este sector.
Otro argumento común es que “los VE son poco prácticos debido a las restricciones de su alcance”. Este es un malentendido. Muchos vehículos eléctricos pueden recorrer hasta 322 kilómetros con una sola carga, y modelos más avanzados superan los 644 kilómetros. Aunque el alcance promedio de un automóvil de gasolina puede ser el doble, el uso diario promedio de los coches eléctricos se ajusta perfectamente a las necesidades de la mayoría de los conductores, que suelen cargar sus vehículos durante la noche en casa.
Finalmente, algunos afirman que “los vehículos eléctricos no pueden operar en climas extremos”. Si bien las bajas y altas temperaturas pueden afectar la autonomía de todos los vehículos, incluidos los de combustión, hay ejemplos como Noruega, donde se han integrado soluciones que mejoran el rendimiento de los VE incluso en condiciones climáticas severas.
Es indiscutible que la inversión en el diseño y producción de vehículos eléctricos aún no está a la altura de su potencial, lo que puede influir en sus costos actuales. Sin embargo, el futuro de la movilidad se dirige hacia estos modelos. La transformación ya se está gestando, y países como China son un claro ejemplo de este cambio hacia la adopción masiva de vehículos eléctricos.
El análisis de estos mitos subraya la importancia de basar las decisiones sobre la movilidad en hechos y no en desinformación. Así, se vislumbran tiempos prometedores para un transporte más limpio y eficiente.
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