Moldavia se encuentra en el epicentro de una guerra híbrida liderada por Putin, quien busca consolidar su posición en la Unión Europea. El país, con un conflicto territorial con la región de Transnistria desde hace décadas, es objetivo de la influencia rusa en la zona. Durante las últimas elecciones presidenciales moldavas, ambas potencias se enfrentaron por la influencia política en el país, lo que ha ocasionado una crisis política interna y la imposibilidad de formar un gobierno estable.
Esta situación ha sido aprovechada por Moscú para ejercer su política de injerencia y debilitar la posición proeuropea del gobierno moldavo. El presidente proeuropeo, Maia Sandu, ha denunciado en varias ocasiones la intromisión rusa en los asuntos internos del país y ha instado a la UE a tomar medidas para contrarrestar la presencia rusa en la región.
La crisis política y económica de Moldavia se acelera con el constante hostigamiento ruso, que busca recuperar su influencia en la zona. Mientras tanto, la UE intenta consolidar su influencia en el país y fortalecer la posición proeuropea del gobierno moldavo. La tensión en la zona puede desencadenar una crisis regional que lleve a una nueva escalada en la ya tensa relación entre Rusia y Europa.
La situación en Moldavia refleja la lucha por el control geopolítico entre potencias globales. La presencia rusa en la zona, así como la posición estratégica de Moldavia, hace que sea un objetivo importante en la política internacional. Sin embargo, la UE ha dejado claro su compromiso con la democratización y la consolidación de la estabilidad en la región y ha reiterado su apoyo al gobierno de Sandu. El futuro político de Moldavia está en juego y el destino del país puede marcar un punto de inflexión en las relaciones internacionales en la zona.
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