Más de diez monasterios construidos en el siglo XVI en las faldas del volcán Popocatépetl, repartidos en los estados de Tlaxcala, Morelos y Puebla, han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Estas edificaciones, que combinan estilos arquitectónicos europeos y obras de arte indígena, reflejan la mezcla cultural que definió la identidad del México colonial. Además, son un testimonio del papel que la religión católica tuvo en la colonización y cómo ésta se fue arraigando en la población a través del arte y la arquitectura.
Los monasterios que hoy podemos admirar son un legado histórico y cultural que deben ser preservados para las generaciones futuras. De hecho, algunos de ellos han sido restaurados gracias a la intervención de diversas instituciones gubernamentales y privadas. Este proceso de conservación y restauración está permitiendo que, cada vez más, turistas nacionales e internacionales visiten los monasterios y conozcan su historia y sus singularidades.
Estos monasterios son una oportunidad única de conocer parte de la historia del México colonial y, al mismo tiempo, admirar la riqueza artística y cultural del país. Por ello, es importante que se sigan invirtiendo recursos en su restauración y conservación, para que puedan ser disfrutados por muchas más personas y, sobre todo, para que puedan seguir contando la historia de México a lo largo del tiempo.
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