Lucía Hiriart, viuda del exdictador chileno Augusto Pinochet, ha muerto a los 99 años, según informaron medios locales en la tarde de este jueves. Hiriart falleció en su vivienda en el lujoso barrio La Dehesa, en Santiago de Chile, en donde permanecía, casi enclaustrada, desde que falleció su marido en 2006. Hiriart desapareció del foco de los medios, pero en 2019 el libro titulado Doña Lucía, de la periodista Alejandra Matus, desempolvó la figura de mujer fuerte de la dictadura militar chilena que se prolongó entre 1973 y 1990.
La muerte de Lucía Hiriart se produjo a tres días de las elecciones presidenciales en Chile. Por primera vez desde el regreso a la democracia, en 1990, un candidato de la extrema derecha y cercano a las ideas del dictador, José Antonio Kast, tiene posibilidades de llegar a La Moneda. Apenas conocida la noticia, cientos de personas se congregaron para festejar la muerte de la viudad de Pinochet en la Plaza Italia, epicentro de las protestas que en 2019 forzaron una reforma constitucional.
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La biografía no autorizada contaba que la mujer permanecía, aún años después del fallecimiento de Pinochet, en duelo. No solo por la pérdida de su marido sino por el despojo de los privilegios y el poder. “Tras la muerte del patriarca, la familia se ha desintegrado, las visitas son escasas y Lucía se siente inmensamente sola”, señala el libro, que tras su publicación se ubicó muy pronto en los primeros en ventas en el país. De sus cinco hijos, solo uno, Marco Antonio, la visitaba con frecuencia.
De ascendencia vascofrancesa, Hiriart era proveniente de una familia democrática y antimilitarista que conformó la elite política de comienzos del siglo XX. Hija de un senador, a los 16 años conoció a Pinochet, que en este entonces tenía 23. La relación no agradó a la familia de la joven y, según relataba la periodista, Lucía no fue feliz durante los primeros años de matrimonio por las apreturas económicas – tan distantes a sus anhelos de infancia – y por las infidelidades de su esposo, que incluso estuvo a punto de dejarla cuando los hijos eran pequeños. “Ella no fue feliz con Pinochet sino hasta que llegó la dictadura y su esposo le pudo dar todo lo que ella siempre soñó”, relataba a este diario la autora de Doña Lucía.
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