Al menos 33 personas, entre ellas 10 mujeres y 13 niños, han muerto este domingo en Gaza en el ataque más letal lanzado por Israel desde el inicio de las hostilidades, el pasado lunes, según informa el Ministerio de Sanidad palestino. La operación, que de acuerdo con un portavoz del Ejército israelí iba dirigida contra la sede del centro de inteligencia de Hamás en el norte de la Franja, ha arrasado tres edificios. La misma fuente castrense hizo constar que las dependencias de la milicia islamista “se hallaban junto a un jardín de infancia”. “Esto demuestra que Hamás pone en peligro a los civiles al situar instalaciones militares en zonas densamente pobladas”. Los equipos de rescate gazatíes han buscado cuerpos y supervivientes entre los escombros durante toda la mañana. En la madrugada anterior, los más de 120 cohetes lanzados desde el enclave palestino dispararon las alertas en el sur y el centro de Israel, en particular en la superpoblada área de Tel Aviv, donde han causado al menos una decena de heridos entre habitantes que no pudieron alcanzar a tiempo los refugios antiaéreos.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha advertido a los bandos en conflicto que “los ataques indiscriminados contra civiles violan las leyes internacionales”. Amnistía Internacional y otras organizaciones humanitarias han pedido al Tribunal Penal Internacional, que investiga los presuntos crímenes cometidos por el Ejército israelí y las milicias gazatíes a partir de 2014, que incorpore los últimos casos de bombardeos masivos. El papa Francisco ha pedido el fin de los combates este domingo, cuando está prevista una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar la situación en Israel y Palestina.
La escalada bélica se ha cobrado ya la vida de al menos 181 personas en Gaza (incluidos 52 niños y 31 mujeres), y causado 1.200 heridos; y de otras 10 personas en Israel (entre ellos dos menores), con un saldo de 200 heridos. El Ejército israelí ha incrementado los bombardeos sobre la franja de Gaza, con más de un millar de operaciones aéreas, mientras las milicias de Hamás han redoblado el disparo de cohetes tras cerca de tres millares de lanzamientos. Desde la guerra de 2014, que se prolongó durante dos meses, ambas partes no se habían enfrentado con tanta intensidad.
Al menos 10 miembros de una misma familia fallecieron el sábado en el campo de refugiados de Al Shati, en una de las ofensivas de la aviación israelí, al desplomarse el inmueble en el que vivían. En otro de los ataques aéreos del mismo día, los militares derribaron un edificio de 12 plantas en la ciudad de Gaza que albergaba las oficinas de la agencia de noticias estadounidense Associated Press y de la cadena de televisión catarí Al Jazeera.
Se trata de la quinta torre de oficinas bombardeada por Israel en la ofensiva. Los ocupantes del inmueble recibieron una orden de desalojo antes de producirse el ataque. En un comunicado, las Fuerzas Armadas justificaron el ataque alegando que algunas dependencias del edificio eran utilizadas por Hamás y la Yihad Islámica para almacenar material militar, aunque no presentaron evidencias de que se tratara de un objetivo militar legítimo.
El presidente de EE UU, Joe Biden, telefoneó en la noche del sábado al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a quien expresó su “preocupación por la seguridad de los periodistas” y lamentó las muertes de israelíes y palestinos, “incluidos niños”. También le reiteró el respaldo de Washington al “derecho de Israel a defenderse” contra los ataques de Hamás.
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