A Paula Estrada le detectaron un cáncer de mama y le dijeron que se le caería el pelo por la quimioterapia; sin embargo, aseguró a su oncólogo que eso no le iba a suceder; por lo que, en su casa en Buenos Aires, creó un casco frío que le permitió transitar el tratamiento con su largo cabello y ayudar a otras 60.000 personas en países como España, Chile, México y Estados Unidos, además de Argentina.
“Mi oncólogo me decía: ‘¿Pero estás haciendo quimio?’. Feliz de la vida. Y cuando terminé (…) le dije: ‘No me voy a guardar esto para mí, lo que quiero es que todas las personas tengan la posibilidad”, dijo Estrada, de 54 años, quien aseguró que el sistema excede lo estético al ayudar a enfrentar el cáncer y a lidiar con la mirada del entorno.
Estrada descubrió que el frío produce vasoconstricción, lo que hace que disminuya la llegada de la droga de la quimio al folículo piloso evitando la alopecia, así que usó sus dotes de diseñadora gráfica para crear en 2009 sus cascos caseros con geles azules utilizados por los deportistas.
La diseñadora organizó redes de pacientes que enseñan a usar el dispositivo, consiguió donaciones para que sea accesible a todos y demostró a los médicos que su método era efectivo y no implicaba riesgos.
“Esto lo que hace es que vos te veas bien y que también tu mundo fluya. Conmigo nadie se dio cuenta de que yo estaba haciendo quimioterapia”, agregó esta mujer que ahora trabaja como coach ontológico, dio dos charlas TED y escribe un libro.
Actualmente los cascos son aceptados en los principales hospitales de Argentina, especialmente luego de que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos aprobara el método en 2017.
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