Por Juan Carlos Sánchez Magallán
El Día Internacional de la Mujer, celebrado el 8 de marzo, es una oportunidad para reconocer la lucha por la igualdad de género y los derechos de las mujeres. En México y en todo el mundo siguen enfrentando desafíos estructurales significativos, pero también han logrado importantes avances en ciencia, tecnología y cultura.
En economía, siguen siendo más vulnerables a la pobreza y la discriminación salarial. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México, el salario promedio de ellas es aproximadamente un 15% menor que el de los hombres. Además, tienen menos acceso a empleos bien remunerados y oportunidades de crecimiento profesional, lo que limita su independencia económica.
En lo social, enfrentan una carga desproporcionada de responsabilidades de cuidado, lo que limita su capacidad para participar plenamente en la sociedad. También siguen siendo propensas a sufrir violencia de género, acoso y discriminación, lo que afecta negativamente su salud y bienestar.
Han hecho importantes contribuciones en la ciencia, la tecnología y la cultura. Sin embargo, son subrepresentadas en campos como la ingeniería, la informática y las artes, al enfrentar la presión de conformarse a estereotipos de género, lo que limita su libertad y autoexpresión.
En política, siguen subrepresentadas en puestos de liderazgo y toma de decisiones; al ser la mitad de la población, sólo el 30% están en niveles de responsabilidad. También enfrentan barreras de acceso a la justicia y defensa de sus derechos, especialmente en casos de violencia de género, en todo el mundo enfrentan obstáculos en términos de usos y costumbres, religión y resistencia ideológica. En algunos países enfrentan restricciones en su libertad de movimiento, vestimenta, educación y atención médica.
A pesar de estos desafíos, han logrado importantes avances en todo el mundo. En México, algunos de los principales logros incluyen la implementación de leyes contra la violencia de género, la creación de instituciones para la protección de sus derechos y el establecimiento de políticas de igualdad de género en el lugar de trabajo.
En cuanto a las mujeres desplazadas, se han establecido programas para brindar apoyo y protección a mujeres migrantes y refugiadas en México. Estos programas brindan servicios de asistencia legal, atención médica y asesoramiento psicológico por situaciones de violencia y discriminación.
Lamentablemente, son más propensas a experimentar la pobreza que los hombres. A nivel mundial, se estima que más de mil millones de mujeres viven en la miseria. Las causas de esta situación son complejas y están arraigadas en la desigualdad de género y la discriminación, tanto en el hogar como en la sociedad en general.
Según datos de Naciones Unidas, tienen menos probabilidades de tener un empleo remunerado y, cuando lo tienen, suelen ganar menos que los hombres. En muchos países tienen menor acceso a la educación y a la capacitación, lo que les dificulta encontrar trabajos bien remunerados y salir de la pobreza. Las mujeres son más propensas a trabajar en empleos informales o no remunerados, sin protección social y en condiciones de trabajo peligrosas. A menudo son responsables del cuidado de la familia y con menos tiempo para buscar empleo o participar en actividades económicas, dejándolas en una situación de desventaja económica, sumando a ello la discriminación de genera el acceso a la propiedad y los recursos, por ejemplo, en algunos países no tienen derecho a heredar propiedades o tierras.
La pobreza no afecta a todas las mujeres por igual. Las que forman parte de grupos marginados, indígenas, discapacitadas y migrantes, a menudo experimentan niveles aún más altos de pobreza y exclusión social. Es menester generar oportunidades económicas para romper las barreras estructurales que las mantienen en la pobreza. ¿O no?, estimado lector.
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