Desde comienzos del siglo, la vuelta de página en el mundo y la inminente revolución tecnológica modificaron la idiosincrasia de la sociedad. Las nuevas luchas por los derechos contemporáneos como un medio ambiente sano, o los derechos reproductivas de la mujer han tenido mayor auge y, así como hay más personas involucradas en esas ideas colectivas calificadas de progresistas, también se exacerbó la ideología conservadora, reforzando ideas tradicionales y propuestas de “ultraderecha”, provocando un interesantísimo fenómeno de polarización.
El populismo ha tomado lugar de forma prominente en occidente, tanto de derechas como de izquierdas, las campañas populistas han cuestionado la vigencia de la democracia racional y se ha convertido en movimientos golpistas y de presión para conquistar al electorado. En Europa, una ola de ultraderecha está resurgiendo en los parlamentos nacionales.
La política es retórica desde que hubo que convencer a una audiencia. Esto lo saben en Italia desde los tiempos de la Antigua Roma y es lo que ha aprendido la ultraderechista Giorgia Meloni, la nueva primera ministra del país transalpino. Así, además de conquistar el espacio público -desde la calle hasta las instituciones-, también está intentando colonizar el lenguaje, apropiándose de palabras poderosas que pululan y se repiten en sus discursos, pero también creando una jerga destinada a enmascarar su ideario político.
No es una camisa, sino un uniforme negro lo que Giorgia Meloni luce en sus primeros días como primera ministra. A las reminiscencias mussolinianas, desbordantes de testosterona, Meloni suma otra provocación, apostando por el género masculino para referirse a su cargo. Il presidente Meloni se encumbra así como faro de esa hornada de “mujeres fuertes” que, como Le Pen u Olona, ganan presencia y protagonismo en la internacional ultra. A la par, una red antigénero transnacional elige a jóvenes mujeres del mundo del corazón como simpáticas portavoces de siniestras iniciativas contra el aborto o el matrimonio homosexual. Hay todo un sistema de financiación internacional apoyando la estrategia de las nuevas derechas extremas para instalar de nuevo “el orden natural de las cosas”.
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