La música ha sido considerada universalmente como un medio para expresar emociones y conectarse con otros de manera significativa. En muchos casos, puede ser un catalizador para el cambio o incluso un medio de resistencia. Este es el caso en Afganistán, donde el acceso a la música se ha visto obstaculizado por la ortodoxia islámica y la música occidental se ha estigmatizado debido a la relación de EE. UU con su presencia militar. Sin embargo, el amor por la música persiste en una cultura que ha sido duramente reprimida.
En una historia publicada por El País, se explica cómo algunos músicos en Afganistán se reúnen en secreto para tocar un instrumento llamado dambora. La dambora es un instrumento de cuerda utilizado en música folklórica que se ha convertido en un símbolo de la cultura afgana. Los músicos se reúnen en privado, lejos de las miradas indiscretas, y tocan juntos en armonía. La práctica es ilegal y peligrosa, y por lo tanto se realiza en secreto. Mientras están en la casa de su vecino, cerrando bien las puertas y ventanas, pueden finalmente encontrar una forma de expresar su pasión por la música sin temor a represalias.
Esta clandestinidad revela una realidad más profunda de Afganistán, donde la música ha sido prohibida y condenada por ser pecaminosa y anti-islámica. La guerra, la pobreza, la corrupción y la opresión han marcado el paisaje afgano. Por lo tanto, la música se ha convertido en una forma de resistencia para la población afgana, una forma de conectarse con su cultura y su pasado. Escuchar y tocar música se ha convertido en un acto de libertad y resistencia en un país donde la libertad está limitada.
La práctica secreta de la música en Afganistán refleja un doloroso contraste con la realidad de la música en muchas partes del mundo. A menudo se encuentra en grandes eventos, festivales de música y celebraciones públicas. Estas formas de arte son consideradas como una expresión completa de la humanidad y han evolucionado para abarcar muchos géneros y estilos. Pero cuando las amenazas del exterior pesan sobre una cultura, la música se convierte en algo más especial. Es una forma de resistencia y supervivencia. En Afganistán, la música es una forma de conectarse con la parte más profunda de la cultura y resistir la gran presión del exterior.
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