Tres meses después del golpe de Estado que depuso al Gobierno civil de la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, y con más de 750 muertos por la represión militar, la economía birmana se encuentra en caída libre. La incertidumbre que pende sobre el futuro del país, con el sistema financiero paralizado debido a las masivas huelgas convocadas por los opositores a la violenta respuesta de los generales, entre otros muchos factores, puede llevar al país a contraerse hasta el 20% en 2021. Un pronóstico que devuelve a Myanmar (la antigua Birmania), una de las promesas del sureste asiático cuando comenzó su transición democrática en 2011, a la época más oscura y empobrecida de las décadas de dictadura castrense.
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Igual que durante medio siglo (1962-2011) los militares llevaron al país a la ruina con políticas económicas de efecto nefasto sobre su crecimiento, los años de apertura siguientes fueron un rayo de esperanza para Myanmar. El Gobierno civil de Suu Kyi, líder de facto desde 2015 y reelegida en los comicios de noviembre —que los militares declararon fraudulentos como excusa para dar el golpe—, llevó a cabo reformas económicas, ayudando a atraer inversiones a un país que había vivido aislado de la comunidad internacional hasta entonces. Según el Banco Mundial, la pobreza se redujo casi a la mitad: de un 42,2% en 2010 a un 24,8% en 2017. Y desde que Estados Unidos y los países europeos levantaron las sanciones contra la antigua Birmania en 2012, el crecimiento anual se había situado entre el 5% y el 8%.
Un panorama radicalmente diferente del actual; si Myanmar ya había sufrido la sacudida de la pandemia de la covid-19 en 2020, el golpe de Estado del 1 de febrero le ha dado la estocada definitiva. Fitch Solutions, filial de la agencia homónima, predice una contracción del PIB del 20% este año, el doble que lo anticipado por el Banco Mundial. Un estudio de finales de abril del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) alerta de que, si no se hace nada para remediarlo, la combinación de los efectos del coronavirus y las consecuencias del golpe de Estado podrían empujar a la pobreza a 12 millones de birmanos, lo que resultaría en un total de 25 millones —casi la mitad de la población del país— viviendo por debajo del umbral de la pobreza en 2022, algo no visto desde 2005.
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