Los primeros bebés probeta nacieron hace ya varias décadas, pero poco se sabe del proceso detrás de su concepción. Hoy, podemos decir que la fecundación in vitro (FIV) ha abierto un mundo de posibilidades impensadas, pero ¿cómo surgió esta técnica?
La ciencia detrás de los bebés probeta comenzó en el siglo XX, cuando el biólogo australiano Alan Trounson y sus colegas lograron fecundar ovocitos humanos in vitro. Pero la técnica era compleja y no había cómo saber si los embriones fecundados eran viables. Los avances serían lentos, pero firmes.
Con el paso de los años, más investigadores se unieron a la búsqueda de una técnica viable para fertilizar ovocitos en laboratorios. El estadounidense Robert G. Edwards llegó a ser uno de los principales artífices de la FIV al haber descubierto cómo homogeneizar la densidad del líquido seminal en pruebas de laboratorio.
Sin embargo, el proceso no estaba exento de dificultades. Los primeros intentos no lograron viabilidad, y los embriones fecundados se morían después de unos días en el laboratorio, o bien no se implantaban en el útero.
Finalmente, en 1978 nació el primer bebé probeta de la historia gracias al trabajo conjunto de Edwards y el también científico Patrick Steptoe, quienes consiguieron el proceso mediante una técnica que les permitía fecundar ovocitos humanos y trasplantarlos al útero de una mujer para que siguieran su desarrollo normal.
La FIV fue revolucionaria para las parejas que habían perdido la esperanza de tener hijos biológicos por causa de problemas de fertilidad, pero también planteó nuevos desafíos éticos y legales para la medicina. A pesar de ello, la técnica se extendió rápidamente por todo el mundo y sigue siendo un recurso cada vez más accesible y efectivo para aquellos que quieren formar una familia.
Hoy en día, la FIV es una de las opciones más populares para parejas que buscan tener hijos. Esta técnica ha dejado de verse como un último recurso para convertirse en una posibilidad real, gracias a la tecnología y los avances médicos. En definitiva, la fecundación in vitro ha logrado cambiar la vida de muchas personas que antes se creían imposibilitadas para tener hijos.
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