La expulsión de ciudadanos nicaragüenses y el impacto de sus remesas familiares se ha convertido en un lucrativo negocio para el régimen de Ortega. De acuerdo con un artículo publicado en El País, la política de expulsiones implementada por el gobierno nicaragüense tiene como objetivo silenciar a los opositores y mantener un control absoluto sobre la población. Estas expulsiones no solo generan un gran temor entre los ciudadanos, sino que también les obliga a abandonar el país y dejar atrás a sus familias.
Según datos presentados en la columna digital, el envío de remesas familiares por parte de los nicaragüenses expulsados ha aumentado significativamente en los últimos años. Estas remesas se han convertido en una importante fuente de ingresos para las familias que han quedado en Nicaragua, contribuyendo a la economía del país. Sin embargo, el autor destaca que esta situación beneficia directamente al régimen de Ortega, ya que el gobierno ha impuesto altas tasas impositivas sobre las remesas, convirtiéndolas en una fuente adicional de ingresos para el gobierno.
La expulsión de los nicaragüenses también tiene un impacto negativo en la economía del país, debido a la fuga de talentos y habilidades. Muchos de los ciudadanos expulsados son profesionales altamente cualificados que podrían contribuir al desarrollo y crecimiento económico de Nicaragua. Sin embargo, al ser obligados a abandonar el país, estas habilidades se pierden y no se aprovechan en beneficio de la sociedad nicaragüense.
El artículo también destaca la falta de atención de la comunidad internacional ante esta crisis. A pesar de las constantes violaciones a los derechos humanos por parte del régimen de Ortega y las evidentes consecuencias negativas de la expulsión de ciudadanos, los países vecinos y la comunidad internacional han mostrado poca solidaridad y escasa acción para resolver este grave problema.
En conclusión, la expulsión de nicaragüenses y el control de las remesas familiares se han convertido en una lucrativa estrategia para el régimen de Ortega. Esta política no solo tiene un impacto directo en la vida de los ciudadanos, obligándolos a abandonar sus hogares y separarse de sus familias, sino que también perjudica la economía y el desarrollo de Nicaragua. Es crucial que la comunidad internacional tome medidas urgentes y contundentes para abordar esta situación y brindar apoyo a los ciudadanos nicaragüenses que están sufriendo las consecuencias de esta política represiva.
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