Se ha confirmado por la Fiscalía de Guanajuato que los restos óseos encontrados en una finca de la zona rural de León pertenecen a Javier Modesto, el niño indígena de tres años que desapareció hace cuatro meses. El pequeño, originario del estado de Oaxaca, había sido visto por última vez en enero de este año, y su desaparición movilizó a la sociedad y a las autoridades para buscarlo sin éxito.
La noticia de la identificación de sus restos ha conmocionado a la opinión pública y ha generado indignación en las redes sociales. La Fiscalía ha informado que la identificación se logró a través de pruebas genéticas, y que se sigue investigando el caso para esclarecer las circunstancias en las que el niño murió y determinar a los responsables.
El caso de Javier Modesto ha destacado la vulnerabilidad de la población indígena en México, que muchas veces sufre marginación y discriminación. Además, ha evidenciado la necesidad de mejorar los sistemas de alerta y búsqueda de personas desaparecidas, así como reforzar las medidas de protección infantil.
La familia del niño ha manifestado su dolor y ha pedido justicia para su hijo. Mientras tanto, el caso ha movilizado a organizaciones de derechos humanos y a la sociedad civil para exigir medidas concretas que eviten que casos como este vuelvan a repetirse. La tragedia de Javier Modesto, un niño que no tuvo la oportunidad de crecer, debe ser una llamada de atención para que se tomen medidas efectivas para proteger a la infancia en México.
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