En una fría mañana del 21 de noviembre de 2025, un joven de no más de 20 años, cuya identidad prefiere permanecer en el anonimato, se encontró en la Glorieta de las Mujeres que Luchan, empuñando su patineta. Su declaración resonó entre los pocos presentes: “No fue por miedo, fue el día, ya que todos trabajan”. Esta frase encapsuló el espíritu de la segunda marcha de la autodenominada Generación Z, un evento marcado por la escasa participación y la significativa presencia policial.
Aunque la cita estaba programada para las 11:00 a.m., apenas un pequeño grupo de individuos, entre jóvenes y adultos, se congregó puntual. Rodeados de una muchedumbre de reporteros y curiosos, estos manifestantes intentaron dar vida a una protesta que, a pesar de su reducido número, avanzó con determinación.
El joven, sudando bajo el sol de noviembre, expresó su inconformidad: “Más que nada, como se unía el pueblo en contra de lo que está haciendo Claudia… lo único que pido es que escuche al pueblo”. Esto, mientras las horas pasaban y el desfile del Aniversario de la Revolución Mexicana complicaba el avance de su causa.
Para evitar la repetición de enfrentamientos violentos ocurridos en una manifestación anterior, oficiales del Grupo de Diálogo y Convivencia se interpusieron entre manifestantes y policías. Eran claros en su intención: esta vez, no habría margen para la confrontación. En el transcurso de casi dos horas, bajo un cerco que parecía interminable, algunas personas entonaron el Himno Nacional, mientras otros expresaron su frustración por la situación.
A la 1:30 p.m., tras la conclusión del desfile, el cerco se abrió parcialmente. Sin embargo, al llegar a la esquina de Palma y 5 de Mayo, un nuevo muro de seguridad les bloqueó el paso definitivo hacia el Zócalo. Los gritos se elevaron: “¡Viva México!”, “¡Déjennos pasar!”, “¡No somos delincuentes!”. Pero a pesar de las tensiones, no hubo enfrentamientos; sólo un palpable cansancio se extendió entre los manifestantes, que se dispersaron cerca de las 3:00 p.m., sin mitin ni discursos que marcaran el cierre del evento.
La Secretaría de Seguridad de la Ciudad de México, que estimó la asistencia en 150 personas, informó sobre la detención de seis jóvenes durante la marcha. La acusación específica abarcó desórdenes entre los manifestantes y supuesta posesión de narcóticos, con el aseguramiento de objetos potencialmente peligrosos como toletes y máscaras de gas.
En este contexto, la frase del joven patinador permanece en la memoria colectiva: “No fue por miedo, fue el día… todos trabajan”. La falta de asistencia a la protesta plantea una incógnita sobre la capacidad de movilización de las nuevas generaciones y la conectividad con sus causas sociales. En un mundo donde la voz del pueblo se alza ante injusticias, ¿podrá la Generación Z reunir a su número y su fuerza para alcanzar el cambio que anhelan? La respuesta, solo el tiempo lo dirá.
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