Como los coches que se empiezan a adentrar en la transición ecológica, la formación que vamos a necesitar tras el año y medio de cambios por la covid-19 será híbrida. En la mayoría de los casos, ni volveremos completamente a la presencial ni nos mantendremos en la forzada situación del último año, en muchos casos plenamente telemática. Los profesionales deberán revisar sus currículos en busca de carencias, no solo en sus competencias digitales, también sociales y adaptativas, como la empatía o la resiliencia. La formación que necesitarán los trabajadores ya está empezando a reinventarse o actualizarse en los centros superiores y escuelas de negocios y en los departamentos de recursos humanos de las empresas, preparándose para el mundo híbrido que esta pandemia ha precipitado.
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Los efectos de la crisis sanitaria en la sociedad y en las personas van a provocar que en los próximos años una serie de profesiones se posicionen entre las más demandadas. Los profesionales y los estudiantes de educación superior podrán reconducir sus tareas y formación hacia esos nuevos reclamos laborales. Aparte de las sanitarias, que ya han experimentado un bum durante la crisis de la covid-19, aumentará el reclamo de psicólogos y de especialistas en medicina del trabajo, entre otras profesiones.
Cobrarán, además, un gran protagonismo las profesiones de los sectores del comercio electrónico, distribución, atención al cliente, agricultura, industria, limpieza o seguridad. Así como las destinadas a proporcionar servicios y atención a domicilio a las personas mayores y apoyo a los niños para el estudio. Otro sector que va a aumentar su presencia en el mercado va a ser el de la informática. Entre los perfiles que van a ser más atractivos figuran, como resalta un estudio de Infojobs, los desarrolladores de software y los consultores TIC (expertos en nuevas tecnologías de información y comunicación). Y para estos empleos se piden tanto titulados universitarios como en los grados medio y superior de FP.
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“Las profesiones que ya tenían en los últimos tiempos una mayor empleabilidad (como las relacionadas con la inteligencia artificial, el internet de las cosas, los vehículos autónomos, los drones, la ciberseguridad o el big data) no van a cambiar, pero se incorporarán otras nuevas y todas van a experimentar un cambio cualitativo”, explica Javier Blasco, director del Adecco Group Institute. “La clave va a estar en la formación relacionada con las competencias. Por eso, los certificados de profesionalidad (los que acreditan la experiencia laboral) deberían ponerse más en valor que nunca, así como la formación para el empleo que se ofrece desde los centros de Formación Profesional (FP)”, opina Blasco. “Esto permitiría, en un corto periodo de tiempo, la movilidad de trabajadores dentro de los propios sectores, como los del comercio o la distribución, hacia las profesiones que vayan a ser más reclamadas”.
Un reciente informe de Adecco resalta 15 perfiles profesionales que ya están siendo claves y que van a seguir siéndolo, tales como personal de almacén, de caja y de reparto; operarios de fabricación, recolectores y personal de atención al cliente. También incluyen a los técnicos de informática, desarrolladores, geriatras, médicos, enfermeras, trabajadores sociales, auxiliares de residencias y hospitales, personal de limpieza y de transporte de viajeros.
“Empezamos a hablar de educación líquida en un mundo en constante cambio y ahora que hemos tenido la oficina en casa hemos aprendido que, a través de plataformas, podemos ser más eficientes y estirar la productividad. La tecnología nos ha mostrado su cara más amable, como vehículo de comunicación, de interrelación”, reflexiona Santiago Íñiguez, presidente ejecutivo de IE University.
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Sobre las profesiones para el futuro inmediato, Santiago Íñiguez empieza por animar a los jóvenes a ver los huecos que se están creando para poner en marcha sus propios proyectos. “Para los recién graduados, el emprendimiento es una gran oportunidad. También la habrá en las pequeñas startups en las que se crece más rápidamente”, aconseja. Íñiguez apunta cuatro sectores en los que crecerá la demanda: “El sociosanitario, el alimentario, la logística y el transporte aéreo”.
“Antes de la covid-19 ya se hablaba de que el profesional del futuro necesitaba habilidades diferentes, ya no servía la vieja forma de aprender o enseñar, en la que tu perspectiva era un camino lineal y te volvías un experto en una sola cosa”, recuerda María Obiols, directora de Esade Careers, el servicio de carreras profesionales de esta escuela de negocios. “Y ahora, en el futuro inmediato, el trabajador tiene que formarse en un conjunto de habilidades que, pase lo que pase, serán su pasaporte”.

Repensar la educación
En el sector educativo, esta crisis acelerará el crecimiento de la formación online que ya se había iniciado hace tiempo. “El mundo educativo está viendo una transformación con los cursos online, los MOOC (Massive Online Open Courses)… y muchos habían creído que iban a liquidar la educación formal, pero no lo ha hecho, aunque sí han tenido una influencia decisiva”, explica Santiago Íñiguez. “Ahora, toda esta situación ha provocado un cambio más profundo, más rápido. La manera de gobernar la universidad, el papel del profesor la incorporación de la de la tecnología dentro de la propia pedagogía. Hay que repensar la educación”.
El presidente ejecutivo de IE University asegura que “los resultados académicos son mejores en el formato híbrido”. “Aunque habrá que corregir algunos mecanismos y hacer una revisión de los programas”. El Instituto de Empresa ha lanzado un programa precisamente para que los docentes aprendan a enseñar online. “La tecnología es un commodity”, puntualiza Íñiguez, “la plataforma no aporta valor, lo hace el profesor”.
“El elearning y el eworking se van a asentar”, opina Javier Blasco. “El que lo haya estado haciendo mal durante la pandemia se quedará atrás. Porque las técnicas de formación en remoto han venido para quedarse”. Además, las plataformas se van perfeccionando, lo que ayudará a rentabilizar mejor el tiempo laboral. Blasco concluye que, tras esta tormenta, los currículos de la educación superior deberían revisarse para dar más agilidad al sistema y para repensar la relación entre el empleo y la formación.