Con la avalancha de casos recientes de Ómicron en todo el mundo ha surgido una nueva categorización de las personas: los que lo tienen, los que creen que lo tienen y los que lo van a tener. Cuestión de tiempo. Aunque esta cepa del virus ha comprobado ser altamente contagiosa, afortunadamente es mucho menos letal que la Delta, en tanto que las vacunas han sido eficaces para reducir aún más sus impactos para la salud.
Dicho eso, la gran cantidad de casos que se acumulan como nunca antes en lo que va de dos años de pandemia, supone un cambio radical en la importancia que las pruebas para detectar el Covid-19 tenían en nuestras vidas.
De acuerdo con datos oficiales, sólo del 25 de diciembre al 8 de enero se registró la realización de 934 mil pruebas para Covid-19 en México. Nunca antes se habían registrado tantas, siendo el dato más cercano las 650 mil de la segunda quincena de agosto pasado al inicio de la tercera ola de contagios.
Pero acá hay un truco: millones de pruebas rápidas caseras han ido inundando el mercado poco a poco, las cuales ya se adquieren en cualquier farmacia o incluso son entregadas a domicilio; casos confirmados que no van a parar a los libros de la Secretaría de Salud.
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A diferencia del 2020 y la mayoría del 2021, cuando las pruebas eran estúpidamente caras, escasas o realizadas exclusivamente por gobiernos y laboratorios, hoy hay una altísima disponibilidad con todo y largas filas.
Esto representa una severa afectación a la confiabilidad de la data sobre casos confirmados no sólo en México, sino en el mundo. La data de por sí ya era deficiente ante la cifra negra de casos no reportados por centros de salud, cuchareados por políticos, o de plano por personas que se contagiaron y ni siquiera se enteraron.
A esto sumaría yo la capacidad de detección de dichas pruebas rápidas. No le resultará extraña la historia del conocido que se hizo prueba rápida que salió negativa y al seguir los síntomas pagó por una de PCR la cual finalmente confirmó el contagio. Personalmente supe de tres casos así sólo esta semana.
Síntoma de esta incapacidad de tener certeza fue que la Secretaría de Salud de la CdMx salió la semana pasada a decir bajita la mano: si estornuda seguramente tiene Covid-19, no es necesario que sature los hospitales para confirmarlo, no de lata.
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