En el cementerio de la ciudad de Chilpancingo, Guerrero, México, se encuentran las tumbas de cientos de cuerpos sin identificar que están saturando el panteón municipal por falta de espacio. La situación ha llevado a que los cadáveres sean amontonados en fosas comunes o compartidas, lo que dificulta aún más su identificación.
La problemática de los cuerpos sin identificar no es nueva en la región, donde la violencia y la inseguridad han aumentado en los últimos años. Los restos pertenecen a personas que fueron asesinadas o que perdieron la vida en accidentes de tránsito y no han sido reclamadas por sus familiares.
El problema de la falta de espacio para los entierros ha sido un tema recurrente en Chilpancingo, ya que el cementerio ha estado en funcionamiento desde la década de los 60 y no se ha construido un nuevo panteón. La situación se ha agravado con la pandemia del COVID-19, que ha aumentado el número de defunciones y la saturación de las morgues.
A pesar de las iniciativas de algunas organizaciones y autoridades para identificar los cuerpos, la falta de recursos, personal capacitado y tecnología adecuada dificulta la tarea. En muchos casos, los cuerpos están en avanzado estado de descomposición y no se pueden realizar las pruebas de ADN que permitirían determinar su identidad.
El problema de los cuerpos sin identificar no solo afecta a las personas fallecidas, sino también a sus familiares, quienes no pueden cerrar el duelo ni obtener respuestas sobre los motivos de la muerte de sus seres queridos. Es necesario que se aborden soluciones a largo plazo para evitar la saturación del cementerio y mejorar los procesos de identificación de los cuerpos para garantizar la justicia y la paz social.
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