Juancho Andrés empezó a recibir avisos en su app de control parental de unas aplicaciones poco comunes que su hijo Bruno, de 13 años, estaba descargando en su móvil: CashApp – Dinero Gratis App, Crypto Dragons – Ganar NFT, Merge Cats: Gana Criptomonedas, MetaMask – Buy, Send and Swap. En una charla posterior, Bruno admitió sus ganancias: “Papá, he ganado 90 euros con videojuegos NFT y quiero sacarlos”, recuerda Andrés.
Bruno jugaba a videojuegos NFT modalidad juega para cobrar [play-to-earn, en su versión común en inglés]. Andrés no sabía ni de qué le hablaba y fue a Google. La noticia era sobre la primera gran compañía de videojuegos, Ubisoft, que entraba en los NFT: sería solo para mayores de edad, decía el artículo. “Empecé a flipar”, dice Andrés. “¿Han metido criptodivisas en los juegos? ¿Pero qué es esto? El niño llegó mucho antes a esto que yo”, añade Andrés, que es ingeniero informático, da clases en la Universidad Autónoma de Madrid y ha trabajado en trading algorítmico.
Los videojuegos juega para cobrar no son tan nuevos, aunque haya una explosión reciente. El más famoso es Axie Infinity, que es similar a Pokemon, pero donde hoy comprar muñequitos para entrar a jugar cuesta cientos de euros. Luego ganar partidas puede ciertamente dar ingresos. Es popular por ejemplo en lugares como Venezuela, donde vive el analista de videojuegos Ronald Goncalves: “La principal diferencia entre Axie y Pokemon es la complejidad mecánica. La profundidad de este último está años luz del primero”, pero eso no impide que por ejemplo un amigo lo use como ingreso extra: “En Venezuela es común que Axie funcione con becas. Si en España tienes 1.000 euros que quieres invertir y yo tengo tiempo en Venezuela, tú compras los avatares y me prestas la cuenta. Yo genero la riqueza, pero estoy becado por ti. Por eso ha tenido tanto éxito en Venezuela. La gente en la diáspora tiene dinero acumulado y becan a gente de Venezuela. Tengo un amigo que juega dos horas diarias sin falta y genera 100 dólares al mes”, explica.
Bruno podía jugar a esos juegos que dan cripto por tiempo de juego o por subir de niveles, podía tener (y tiene) una cartera habitual para comerciar con cripto, Metamask. Pero lo que no podía era usar plataformas de intercambio de cripto como Coinbase o Binance. Allí es cuando acudió a su padre: “Tenía problemas técnicos para hacer el cambio a la cartera y me lo preguntó. Pero no me dice de primeras que ha ganado 90 euros. Me hablaba de trofeos, que le daban tanto, pero cuando le pregunto de cuánto dinero estamos hablando y dice 90 euros, entonces es cuando me asusto”, explica Andrés.
Juancho Andrés se asustó tanto que incluso escribió un correo a este periódico: “No soy consciente del alcance que tiene. Soy un experto en tecnología y esto me pilla lejos, así que a los padres normales les debe sobrepasar”, y añadió: “No tengo ningún problema en que personas adultas quieran jugar a juegos de móvil que les recompensen con criptodivisas, pero es que veo que el verdadero objetivo de este mercado son niños de entre 11 y 15 años, no adultos. Cualquier niño puede descargarse un juego NFT y entrar en esta espiral más propia del juego, en su vertiente mala, que la de un videojuego”.
Este periódico tuvo varias conversaciones por teléfono, videoconferencia y mensajes con Juancho y Bruno. El adolescente hablaba de los videojuegos NFT con la tranquila voz del experto explorador en un terreno lleno de promesas: “Hay dos tipos de juegos, los que prosperan y los que no prosperan. Los que prosperan tienen mecánicas divertidas y podrías quererlos jugar sin necesidad de NFT. Los que no prosperan son los que solo juegas por NFT y el dinero”, decía sin ninguna pretensión de fanfanorrear.
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