Asturias tiene dos nuevos vecinos muy reconocibles para los expertos en aves rapaces o para los aficionados a Harry Potter. Se trata de una pareja de búhos nivales o del Ártico, dos ejemplares blancos con algunas manchas negras y grandes ojos de color ámbar, como el que acompañaba al joven mago, que desde el pasado fin de semana se encuentran por la zona de Gozón, un área costera cercana al cabo de Peñas. Estos animales habitan en ecosistemas muy distintos al del Principado de Asturias, de modo que los ornitólogos y especialistas se preguntan cómo han podido llegar a estas latitudes. Mientras tanto, decenas de curiosos de toda España, a quienes se les pide respeto para estos pájaros, han acudido hacia estos parajes con cámaras y catalejos en busca de observar a este invitado inédito.
El primer avistamiento de uno de ellos
Se produjo el pasado sábado y de inmediato las fotos y la información comenzó a correr por redes sociales y teléfonos, hasta el punto de que desde entonces una gran cantidad de interesados ronda lugares como las playas de Verdicio o Llumeres, por donde se ha visto a ambas rapaces. La bióloga Arancha Marcotegi, de la empresa de observación de aves Birdwatch Asturias, explica que se llegó a constatar la presencia de tres de estos ejemplares árticos, pero uno de ellos murió “exhausto” en Cantabria.
Los restantes se han ido acostumbrando a los entornos asturianos y mantienen sus rutinas de caza crepuscular, aunque no tan nocturna como sus primos los búhos reales españoles, en busca de roedores o pequeños animales desprevenidos. Marcotegi añade que su hábitat habitual es la tundra ―región polar de vegetación baja―, ya sea en Groenlandia, el norte europeo o el norte americano, así que no cree que aguanten un largo periodo en España, por mucho que se acerque el invierno. Tampoco deberían ascender a zonas montañosas, más frías, donde tendrían muchas más competidoras y no podrían criar en el suelo, como acostumbran, por los depredadores potenciales.
Las dudas de los especialistas
Radican en cómo han aterrizado en Asturias. Esta bióloga cree que, al no ser “grandes migradoras”, han podido sentirse agotadas durante un desplazamiento y decidieran parar “a descansar en un barco” que las haya traído a este territorio. El doctor en biología y responsable de conservación de especies en la entidad SEO/BirdLife Nicolás López explica que las latitudes más al sur que pueden frecuentar los búhos nivales nunca pasan del norte del Reino Unido o Escandinavia.
El experto apunta a que otra opción es que el cambio climático haya ocasionado “fenómenos extremos de más gelidez en sus zonas o temporales más fuertes” que supongan que las fuertes corrientes de viento del Atlántico hayan arrastrado a los ejemplares, cuyo origen es difícil de precisar al no estar anillados. Los análisis a los que van a someter al búho que murió ayudarán a entender de dónde proviene y, por tanto, las opciones más plausibles sobre su vuelo hasta la península Ibérica. López recuerda que la teoría del barco es más que sensata dado que toda clase de aves, incluso buitres leonados, suelen parar en buques que cruzan el Estrecho de Gibraltar rumbo al calor africano.
La presencia de estos ejemplares será breve
Ambos especialistas en ornitología coinciden en que la presencia de estos animales árticos en Asturias será breve. Tanto el “instinto” como la necesidad de criar pronto marcarán su voluntad de volar de nuevo hacia el norte, un proceso que creen que será mediante “etapas” porque no son como otros animales alados como por ejemplo los charranes, mejor preparados para migraciones extensas. El objetivo de los biólogos es que estos dos pájaros mejoren tras una experiencia agotadora, puedan alimentarse y coger peso antes de emprender una nueva aventura.
Eso dependerá, advierten, del respeto que perciban por parte de las decenas de aficionados que han acudido a Gozón en busca de observarlos o fotografiarlos. López, que por el tamaño de los búhos cree que se trata de una hembra y un macho, pide “dejarlos tranquilos” porque ni siquiera los expertos creen convenientes sexarlos o identificarlos. “Está bien potenciar el turismo ornitológico, pero con buenas prácticas de observación para no molestarlos, se están recuperando tras miles de kilómetros”, pide el representante de SEO/BirdLife.
La cazar o comer cómodamente
La gente, detalla, impide que el búho pueda cazar o comer cómodamente, más aún si se “organizan batidas” para intentar localizarlo durante las horas diurnas en las que se limita a reposar. López avisa de que “no va a estar parado como un búho de plástico” y que va a ser difícil fotografiarlo como en aquella primera vez que fue visto, posado en el tejado de una vivienda particular.
La “masificación” en torno a este ejemplar con afilados pico y garras y denso plumaje para combatir el frío puede ser perjudicial. Sin embargo, dentro del exótico periplo que ha llevado a la pareja de aves a Asturias, han tenido “mucha suerte”, comenta el biólogo, porque de haber muchas rapaces en este hábitat “las habrían echado”. No están estos dos búhos árticos para recibir hostilidad tras miles de kilómetros de viaje agotador.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.