Reproducir siguiente capítulo. Y siguiente. Y siguiente. Y siguiente. No te vayas. ¿Has terminado la temporada? No te preocupes, te recomendamos estas series en función de lo que has visto. O estas películas, por si deseas cambiar de formato. O, por qué no, hazte un maratón. Todo el fin de semana sin moverte del sofá para ponerte al día. Para acordarte de dónde te habías quedado. Las plataformas audiovisuales ganan dinero con nuestro tiempo, con nuestra atención. Ni siquiera la reproducción automática de Netflix da un respiro. En cinco segundos salta al próximo contenido, cuando meses atrás te permitía unos 10 por si decidías parar. Esto va de un consumo desenfrenado. Y también de cierta adicción normalizada.
Infinidad de conversaciones giran en torno a series y películas. Buena parte de la vida social se construye sobre este contenido. A nadie sorprende que un amigo comente que ayer se acostó a las cuatro de la mañana porque no podía parar de ver, por ejemplo, Juego de Tronos. Todo pensado para que permanezcas ahí pegado. Puedes saltarte los créditos, introducciones y hasta ver al doble de velocidad películas y series —consumidores conocidos como faster—. Como explica Gabriela Paoli, psicóloga experta en adicciones tecnológicas, a su consulta cada vez llegan más pacientes con este tipo de comportamiento. “Algunos me dicen que están con tres monitores a la vez. En uno juegan, en otro ven una serie y en el tercero navegan”, asegura.
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De acuerdo con los últimos datos publicados por Barlovento Comunicación, los españoles pasan una media de cuatro horas y media al día delante del televisor. Tanto en cadenas tradicionales como en plataformas audiovisuales. Se trata de la mayor cifra en toda Europa. Una tendencia constante desde hace décadas. Jaume Ripoll, cofundador de Filmin, reconoce que el consumo televisivo en España es muy elevado, pero que en ningún momento nadie se planteó hablar de adicción a la televisión. “Trabajé en un videoclub y había gente que se llevaba siete películas para el fin de semana; y no pasaba nada. El modelo de ocio digital no ha cambiado nada. ¿Acaso nos quejamos de que alguien lea mucho por pasar horas y horas con un libro?”, se pregunta.
La industria audiovisual ha estudiado las necesidades de los usuarios, gracias en buena medida a unos algoritmos diseñados para interpretar gustos, navegación y comportamientos. A partir de aquí, lo demás viene rodado. Facilidad de acceso, en poco más de un clic, y una oferta que nos desconecta de problemas cotidianos. En palabras de Marian García, directora de Orbium Desarrollo, el consumo voraz de series sirve como anestesia vital. Un método de evasión ante el sufrimiento emocional o la frustración generada por la cotidianidad. “Dejamos de ver el mundo que nos rodea. Hay que reflexionar sobre cuánto tiempo hago un ocio saludable y cuánto invierto en esto. A mis pacientes les aconsejo un máximo de dos horas de series y películas cada día”, precisa.