Esta casa está hecha a mano. Literalmente, ladrillo a ladrillo. Como si no existiese tecnología para levantarla de otra manera o como si no importara. Hacerlo así, a la antigua —o a la eterna—, ha tenido un coste de 1.200 euros por metros cuadrado. Y ha permitido gastar más en mano de obra que en materiales: no han hecho falta más acabados que los cuatro tipos de cerámica que conforman el pavimento de barro cocido, los muros de ladrillo perforado, el gres esmaltado de las zonas de agua interiores y las bovedillas curvadas de la cubierta. Más allá de la cerámica, las carpinterías de la vivienda son de madera. Al igual que la cocina, las puertas exteriores son de pino barnizado —como las persianas— y las interiores de abedul. Solo la pérgola es de acero galvanizado, y sobre ella se despliegan las mismas persianas que sirven para recortar verticalmente el espacio o para enrollarse en el techo y unificarlo.
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