En los últimos años, hemos sido testigos de un desgaste sostenido de la figura política como representante del pueblo. Para muchos, la clase política ha perdido credibilidad y reconocimiento en la sociedad. Desde la visión de Max Hastings, destacado periodista, todos nuestros políticos son malos para transmitir cosas impopulares.
En su opinión, los políticos poseen ciertas limitantes para ser capaces de transmitir un mensaje que pueda contar con el apoyo de la ciudadanía. En gran parte, debido a que se encuentran más preocupados por la percepción y la popularidad que por tomar decisiones complejas, impopulares y necesarias para el bien del país y la sociedad.
La falta de transparencia, la ambigüedad, la incapacidad de negociación y la subestimación del compromiso necesario para la toma de decisiones importantes son aspectos que han resultado en la pérdida de confianza de la sociedad en la figura política. La aparición de líderes populistas con discursos simplistas para solucionar problemas complejos, ha terminado agregando incertidumbre y confusión al panorama.
Bajo este contexto, parece ser que es fundamental volver a enfocarse en valores fundamentales como la empatía, la transparencia, el compromiso y el diálogo. Es necesario que los políticos se pongan en el lugar del ciudadano y lo escuchen activamente para encontrar soluciones viables a problemas reales, incluso cuando sean impopulares. Solo así podrán recuperar la confianza y el respeto que han perdido.
En conclusión, es importante reflexionar en torno a las limitantes con que la figura política se encuentra hoy en día. Escuchar a los ciudadanos y tomar medidas impopulares puede resultar difícil, pero es una necesidad que no puede seguir siendo postergada. Solo mediante la recuperación de valores fundamentales podremos reinventar la figura política como representante genuino del pueblo.
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