Tlapa, Guerrero.- Graciela, una mujer indígena de origen mixteco (Naa Savi) del municipio de Alcozauca, por quien sus padres hace varios años recibieron 100 mil pesos a cambio de un matrimonio arreglado, confesó que su niñez se truncó como consecuencia de los usos y costumbres de sus progenitores.
Ante estas prácticas añejas y en busca de defender los derechos humanos de las niñas de esta región, la más pobre de la entidad, autoridades de los tres órdenes de gobierno conformaron una coordinación intersecretarial para “erradicar” la venta de niñas y evitar matrimonios arreglados de menores de edad.
Como ella, miles de infantes de la región de la Montaña de Guerrero han sido víctimas de estas tradiciones ancestrales con las que se venden o acuerdan matrimonios a cambio de ganado, cartones de cerveza o recursos económicos para los padres de las menores.
Su caso fue narrado el mismo día en que funcionarios federales, estatales y municipales, fueron convocadas por el gobernador Héctor Astudillo Flores en el Instituto Tecnológico de Tlapa para acordar distintos mecanismos que permitan desterrar este tipo de tradiciones que, dijo el mandatario estatal, “no es grato” y sí es “reprobable”, pero se tiene que abordar con responsabilidad.
A Graciela la encontramos de compras en el mercado del centro de la ciudad de Tlapa, acompañada por su hija menor y en su espalda portaba un rebozo en el que guardaba sus productos; ella accedió a contarnos parte de su historia, cuando sus padres la dieron a cambio de 100 mil pesos.
La mujer de aproximadamente 35 años de edad aceptó hablar para dar su breve testimonio a condición de no ser identificada, ya que para sus padres y los habitantes de una comunidad del municipio de Alcozauca, los usos y costumbres son sagrados.
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