El último viernes de enero es un día en el que no se llevan a cabo clases en muchas escuelas de México. Esta tradición tiene sus raíces en el terremoto de 1985 que causó una gran devastación en la Ciudad de México. Desde entonces, se ha designado este día como un momento para conmemorar a las víctimas y reflexionar sobre la importancia de la prevención y la preparación para desastres naturales.
La suspensión de clases el último viernes de enero también sirve como un recordatorio de la importancia de la seguridad escolar y la necesidad de estar preparados para emergencias. Durante este día, muchas escuelas llevan a cabo simulacros de evacuación y actividades relacionadas con la protección civil.
La decisión de suspender las clases es tomada por las autoridades educativas en colaboración con el gobierno local, con el objetivo de fomentar una cultura de prevención y conciencia sobre la importancia de la seguridad en casos de desastres naturales. Este día no solo permite recordar a las víctimas del terremoto de 1985, sino que también promueve la solidaridad y la colaboración en la construcción de comunidades más seguras y resilientes.
En resumen, la suspensión de clases el último viernes de enero en México es una iniciativa para recordar un evento trágico en la historia del país y promover la importancia de la seguridad y la prevención de desastres naturales. Este día ofrece la oportunidad de reflexionar, concientizar y prepararse para situaciones de emergencia.
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