La taberna de Lola, Las Tablas (Madrid). Jueves 6 de mayo, 10 de la mañana. Andrés Pérez, editor, desayuna al sol leyendo el diario Marca. Es del Atlético de Madrid y está feliz con la derrota del Real Madrid en la Champions. “Yo quiero ser de centro, pero no me dejan”, bufa. Votó al PSOE en las últimas elecciones generales y autonómicas. Hace una semana votó al PP de Ayuso. ¿Por qué? “Ha creado empleo, ha dejado a la gente vivir, ha hecho hospitales y ha defendido a los madrileños. Claro que he cambiado. Y además, los otros son muy malos”. William, el camarero, es inmigrante y todavía no puede votar en España. Si lo hiciese, lo habría hecho por Ayuso. ¿Por qué? “Porque nos ha dado trabajo”. A unos metros, Alicia Merino, comercial, recorre una calle desierta para dirigirse a unos portales. Es vecina de Vallecas. Ella no ha cambiado el voto, siempre optó por el PP. Varios amigos suyos de izquierdas sí cambiaron: votaron a Ayuso. ¿Por qué? “Por su actuación durante la pandemia”.
Hace dos años este distrito del norte de Madrid, Las Tablas, y varios de sus distritos vecinos (Montecarmelo, Sanchinarro, Valdebebas) conformaron algo que fue bautizado como cinturón naranja, un modelo que conjugaba un tipo de barrio determinado (los PAUs, Programas de Actuación Urbanística; enormes rotondas, calles anchas, parques infantiles), con una opción política pujante: Ciudadanos. Aquí ganó en 2019 el partido de Inés Arrimadas; aquí, el pasado martes, arrasó Isabel Díaz Ayuso. ¿Por qué? Columna Digital ha preguntado en este y dos distritos más (Carabanchel y Usera) por qué sus barrios se han coloreado de azul (solo en Usera, aunque haya ganado el PP, resiste una mayoría de izquierdas). Un centenar de entrevistas en terrazas, mercados, plazas y calles para encontrar a los nuevos votantes del PP que expliquen el fenómeno Ayuso. Una clave: el votante de izquierdas que se ha ido al PP no lo ha hecho solo por la actuación de la presidenta de la Comunidad durante la pandemia, también hay mucha gente desencantada con la política de pactos de Pedro Sánchez con Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya. “Es una traición”, dice Julio Sahagún, un hombre recién jubilado, estadístico de profesión. “Yo he votado antes al PSOE, pero esta vez he votado al PP. Al PP, en unas generales, no lo votaría. A Ayuso, sí. He utilizado el voto de castigo, un voto útil contra Sánchez y el coletas”, dice en referencia al candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias.
Mercado de Federico Grases, Carabanchel (Madrid). Sábado 8 de mayo, 11 de la mañana. La mayoría de los titulares de los puestos dicen no haber cambiado su voto. José Ramón Calvo, empresario (tiene una firma de alquiler de coches), espera su turno en la pescadería. Votaba Ciudadanos. Votó PP en las últimas elecciones autonómicas. Su explicación resume muchas otras escuchadas estos días en la calle. “Principalmente, porque nos ha dejado vivir. Y hay que vivir y dejar vivir. Y los otros parecía que le tenían manía a Madrid”, dice. El discurso de que el Gobierno ponía trabas a Madrid durante la desescalada y Ayuso defendió la ciudad es uno de los ejes más interesantes entre el nuevo votante de la presidenta de la Comunidad. “Ayuso antepuso Madrid”, “Ayuso nos defendió”, “Ayuso nos salvó”, dice gente de izquierdas y de centro que votó por primera vez en su vida al PP. “Voté a Ayuso porque para mí la defensa de las libertades individuales es sagrada”, dice un conocido artista español de izquierdas. No da su nombre, pero, como él, mucha gente del sector cultural ha votado a Ayuso; técnicos, iluminadores, sonidistas. “Porque queremos trabajar”, dice uno de ellos, también desde el anonimato: “Si supieras cuántos famosos rojos han votado a Ayuso te quedarías flipado. No lo van a reconocer en la vida”.
Calle Antonio López, distrito de Usera (Madrid). Isabel Cortés, jubilada de su trabajo en el Ministerio de Fomento, está de tertulia con dos amigas. Es extremeña, pero vive en Madrid. “Ni recuerdo desde cuándo”, dice. Votaba al PSOE. En las últimas elecciones votó al PP. ¿Por el partido? “No, por la candidata. Me gusta esa chica. Me gustan las medidas que toma, y es valiente”. ¿Por qué no vota al PSOE? “Porque me parecen hipócritas y falsos”, zanja antes de volver al café. En Carabanchel, Antonio Gil lleva el bar La Prensa. Él no ha cambiado el voto: lo ha hecho siempre a la izquierda. Muchos de sus clientes, sí. “Han comprado que solo con el PP puede haber libertad”, dice encogiéndose de hombros: “Pero al menos 20 personas que venían a este bar de vez en cuando han muerto durante la pandemia, ¿merece la pena el peaje?”.
José Luis Gómez sacude una alfombra en la ventana de su piso en Las Tablas. Está casado con Sergio Goncharov. Son votantes de Unidas Podemos. Su explicación sobre la victoria de Ayuso y el vuelco azul en barrios tradicionalmente de izquierdas es expeditiva: “Un año de pandemia afecta a las neuronas”, y refleja también la impotencia de mucha gente que no se explica el ímpetu de la candidata popular. Lo intenta Manuel Álvarez, jubilado, que siempre ha votado centroderecha: “No hay que buscar muy lejos: la pandemia. La ayuda y el apoyo que ha dado Ayuso a muchos sectores en riesgo de cierre. El planteamiento del PSOE durante la crisis ha sido equivocado”.
En Carabanchel, el PP obtuvo el 20,01% de los votos en 2019. Dos años después, ha obtenido el 39%. Una subida en la que ha tenido mucho que ver el desplome del PSOE: del 30,34% al 19%. Isidro Montoya, estudiante de ingeniería mecánica, y su familia han tenido un poco que ver: han cambiado su voto para apoyar a Isabel Díaz Ayuso. “Yo soy de derechas, pero en las anteriores elecciones voté a Más Madrid porque apoyaban mejor que ningún otro al sector del taxi, y mi familia vive del taxi”, dice Montoya, de 20 años. Esta vez, en su casa se impuso Ayuso. “Lo ha hecho muy, muy bien. Creo que su gestión en este año tan difícil ha sido ejemplar”.
En Usera, donde el PP fue el partido más votado (lo fue el PSOE en 2019), Teresa toma un refresco con su hijo y apunta, con su cambio de voto, una ruta reconocible entre otros nuevos votantes del PP de este distrito: “La pandemia nos agotó, nos dejó cansados, deprimidos. Tantas restricciones, tantos encierros, tantas muertes. Y esta mujer hizo una campaña de alegría, abrió los negocios, llenó las calles… La gente quiere un poco de felicidad”, dice esta anciana que en las anteriores elecciones autonómicas votó a la izquierda.
Hay calles de Las Tablas en las que no se mueve un alma. Dobla la esquina, de repente, Perla Alvia, una mujer que perdió a su madre a causa de la covid este año, con 70, en el hospital Ramón y Cajal de Madrid. “No olvidaré nunca el trato maravilloso que me dieron, lo reconfortante que fue lo mucho que pelearon por mi madre y cómo nos atendieron”, dice. Llegó a España desde Ecuador hace muchos años. Votó a Ciudadanos en 2019, ha votado al PP en 2021. “Ciudadanos me ha decepcionado. Y Ayuso siempre ha estado ahí, nosotros le estamos muy agradecidos a su gestión. Trabajo en casa, labores del hogar. Mi marido es transportista, tiene un tráiler con el que desplaza alimentos y su actividad no cesó en ningún momento”. Pasa a su lado, volando con una caja, un repartidor. Se llama Alfredo Jiménez. “A Ayuso nunca. Normalmente voto al PSOE, pero esta vez iba a votar a Más Madrid, lo que pasa es que curro como un loco desde primera hora, llegué a casa pelado de tiempo y al final no pude votar, no me daba”.
Ana María Martínez toma el sol mientras lee un periódico en el banco de un parque de Carabanchel. Es venezolana. Se casó con un vasco de Bilbao, del que se acaba de quedar viuda. Debido a ello, viajó a España para vivir con su hijo. Dice una gran frase: “Yo voto según lo que esté en el ambiente”. Es una afirmación que, en la populosa Usera, otra señora dice a su manera: “Todos a vueltas con Ayuso, Ayuso por aquí y Ayuso por allá, pues venga: voto a Ayuso”.
El CIS preelectoral calculó que el 5% de los votantes socialistas de Madrid en las elecciones generales del 2019 se irían al PP. Nada dijo de la pulverización de Ciudadanos, cuyo centro se ha volcado a la derecha. El editor Andrés Pérez, que el jueves tomaba café en Las Tablas, cree que en España hay millones de personas que oscilan sin problema entre opciones de izquierda y derecha. “Y esa gente decide. En Madrid ha decidido Ayuso. ¡Qué importante sería un partido de centro!”, exclama este exvotante socialista. Posa para el fotógrafo con su perro, que se llama Griezmann. “Fíjate qué putada”, dice este fanático atlético sobre el delantero del Atleti que se fue al Barcelona. “Yo el nombre de mi perro ya no lo puedo cambiar, no obedece con otro nombre. Lo que sí puedo cambiar es el voto”.
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