La inteligencia artificial es una innovación tecnológica que ha llegado para quedarse. Sin embargo, no todo es color de rosa. Un estudio reciente reveló que el 96% de las imágenes generadas por la inteligencia artificial son de pornografía no consensuada. Es decir, están creadas a partir de fotografías de personas que no saben que sus imágenes están siendo utilizadas para este fin. ¿Quién controlará todo esto? ¿Quién tendrá acceso a nuestros cuerpos sintéticos?
Esta situación es alarmante. No solo por el hecho de que se esté abusando de la privacidad de las personas, sino porque esto va más allá. En un futuro no muy lejano, la inteligencia artificial será tan avanzada que se podrán crear réplicas exactas de personas en cuerpos sintéticos. ¿Quién tendrá el control de todo esto? ¿Qué garantías tendrán las personas de que sus cuerpos no serán utilizados sin su consentimiento?
Este tema nos enfrenta al abuso de poder y a la necesidad de establecer límites éticos y legales que protejan la privacidad y la integridad de las personas. Las empresas y los gobiernos tendrán que ser responsables y cuidadosos en el manejo de la inteligencia artificial y en el uso que le dan a las imágenes de las personas. No podemos permitir que se cometan abusos en nombre del progreso.
En definitiva, la tecnología y la inteligencia artificial son herramientas muy poderosas, capaces de transformar nuestras vidas de formas insospechadas. Sin embargo, es importante que la humanidad se asegure de que estas herramientas se usen para fines positivos y que se establezcan controles y límites para prevenir el abuso. El futuro de nuestras sociedades depende de ello.
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