En el contexto de la celebración del Día de Muertos en México, una festividad rica en tradiciones y simbolismo, los productores de cempasúchil, la flor emblemática de esta celebración, enfrentan un panorama desafiante. Conocida por su brillante color naranja y su fragancia distintiva, el cempasúchil no solo adorna las ofrendas, sino que también representa un vínculo entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
Sin embargo, este año, muchos cultivadores de cempasúchil han reportado una notable disminución en las ventas. A pesar de la relevancia cultural de esta flor, la baja demanda ha puesto en apuros a los productores que dependen de esta temporada para generar ingresos significativos. La situación se agrava con el aumento de costos en la producción, incluyendo insumos y mano de obra, que han hecho que muchos agricultores reconsideren la viabilidad de continuar con este cultivo tradicional.
El cambio en los hábitos de consumo de los mexicanos es un factor clave que ha contribuido a esta baja en ventas. En un entorno donde la economía se ha visto afectada por diversas crisis, muchos han optado por reducir gastos en productos considerados no esenciales, incluyendo flores. Además, la pandemia cambió la forma en que se celebran muchas festividades, llevando a las familias a buscar alternativas más económicas.
Por otro lado, algunos productores han intentado adaptarse a esta realidad diversificando su oferta, incorporando otros tipos de flores y plantas que también poseen un significado cultural, pero que pueden resultar más atractivas en términos de precio para los consumidores. Esta estrategia no solo busca mitigar las pérdidas del cempasúchil, sino también atraer a una clientela que, en tiempos de crisis, puede estar dispuesta a explorar opciones distintas.
El cempasúchil no es solo una flor; es un símbolo de identidad y tradición. Con su uso arraigado en el Día de Muertos, cada año representa un homenaje a aquellos que han partido. Por ello, la caída en sus ventas no solo afecta a los productores, sino que también plantea un desafío a la preservación de prácticas culturales esenciales.
A medida que se acerca la festividad, el llamado a la comunidad es a valorar y respaldar a los productores locales, no solamente como un acto de consumo, sino como un reconocimiento a las tradiciones que dan vida a la identidad mexicana. Fomentar la compra de cempasúchil y otras flores típicas no solo contribuye a la economía local, sino que fortalece los lazos comunitarios y revive el espíritu de celebración que caracteriza al Día de Muertos. Así, al adornar nuestras ofrendas, no solo se honra a quienes hemos perdido, sino que también se apoya a quienes, con su trabajo arduo y dedicación, mantienen vivas esas tradiciones que nos unen como nación.
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