Si te habías preguntado de donde surge el interés internacional por la explotación de este material, lo primero que hay que puntualizar es que el litio es un metal que se encuentra en salmueras naturales, pozos petrolíferos, agua de mar y campos geotermales; su nombre deriva de la palabra griega LITHOS, que significa piedra.
Sobre sus características se trata de un elemento metálico, blanco-plateado, que es químicamente reactivo, destaca por su ligereza de peso en comparación con todos los metales, además de tener un bajo punto de fusión, por lo que se encuentra presente en una diversa gama de aproximadamente 145 especies mineralógicas.
Este mineral puede ser hallado en pegmatitas, salmueras, pozos petrolíferos, campos geotérmicos, arcillas e incluso en los océanos, aunque actualmente sólo existen dos procesos para obtenerlo que son económicamente factibles y es mediante las salmueras y pegmatitas.
De acuerdo con el académico Plinio Sosa Fernández, de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en su estado puro el litio es muy inestable y explosivo al contacto con el oxígeno, por lo que se debe almacenar en aceite.
Cabe señalar que aunque actualmente México no cuenta con yacimientos de litio en explotación, en Baja California, San Luis Potosí, Zacatecas y Sonora están en etapa de exploración de tres yacimientos de este material.
¿PARA QUÉ ES UTILIZADO EL LITIO?
Fue hasta 1970 cuando Stanley Whittingham propuso usar este elemento en las baterías, debido a que es uno con los que más se pueden liberar electrones.
“En una batería, los electrones deben fluir del lado negativo al positivo (ánodo a cátodo) y el litio es uno de los elementos que más puede liberar electrones, por lo que en la década de los 70, Stanley Whittingham propuso su uso”, comentó el químico de la UNAM.
Así como para tratar la bipolaridad y depresión; para obtener mejor aluminio y grasas multipropósito para lubricantes; en el aire acondicionado o para el caucho sintético.
Por ello, en la época moderna comenzó a usarse en las baterías para teléfonos celulares, equipos electrónicos de trabajo, para los autos eléctricos y dispositivos recargables, celdas solares o para la generación de energía eólica.
Esto les valió a John B. Goodenough, Stanley Whittingham y Akira Yoshino el Premio Nobel de Química 2019.
Con información de Olive Fierros | El Sol de Hermosillo
Publicado originalmente en El Sol de Puebla
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