Estaba comiendo con un amigo en un restaurante japonés cuando me manché la camisa con una gota de salsa de soja, de modo que bajé al baño para limpiármela antes de que se secara, y al subir aparecí en otro restaurante, asturiano ahora, donde me esperaba un colega con el que por lo visto también había quedado. Me hallaba comiendo, en fin, en dos restaurantes distintos, con dos personas diferentes, pero el mismo día y a la misma hora. Por alguna anomalía inexplicable, aquellas dos dimensiones paralelas de la realidad se habían cruzado provocando una situación insólita. Le conté la experiencia a mi amigo como si me la hubiera imaginado, para no dar la impresión de que me había vuelto loco, y dijo que eso de estar en dos sitios a la vez era normal en el mundo subatómico.
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