En una reciente y tensa sesión del Senado, el Gobierno enfrentó un revés mayúsculo al no poder realizar la consulta popular que contaba con 12 preguntas en agenda para este año. Sin embargo, un giro inesperado sacudió el ambiente legislativo: tras el obstáculo que presentó la Comisión Séptima al hundir la reforma laboral, los senadores decidieron reavivar el proyecto, abriendo de nuevo el espacio para debatir las reformas propuestas.
La decisión del Legislativo fue contundente, ya que se desestimó la consulta popular con una votación en que 49 senadores se manifestaron en contra. Esta inesperada decisión llevó al Gobierno a acusar al presidente del Senado, Efraín Cepeda, de manipulación en el proceso, señalando un supuesto fraude que inquietó a los miembros del gabinete.
A pesar de que el mecanismo de participación fue en efecto desechado, la reforma laboral logró resurgir con una apelación que alcanzó 68 votos a favor y solo 3 en contra. Los ministros de Trabajo e Interior, Antonio Sanguino y Armando Benedetti, denunciaron irregularidades en el proceso de sufragio y desataron un fuerte altercado con el secretario del Senado, Diego González.
Sanguino no dudó en trasladar su descontento al público, instando a una huelga generalizada y denunciando la actitud arbitraria del presidente Cepeda. En un tono igualmente firme, el presidente Gustavo Petro rechazó la decisión y convocó a movilizaciones populares, manifestando que “la salida a la calle es masiva” y que el pueblo tiene el derecho a decidir su futuro.
Con la reforma laboral reavivada, la atención ahora se centra en qué comisión del Senado asumirá el debate, excluyendo a la Comisión Séptima, que previamente bloqueó el proyecto. A pesar de que el oficialismo seleccionará a los legisladores que continuarán la discusión, los analistas advierten que los plazos son ajustados, dado que la actual legislatura comenzó el 20 de julio de 2024 y concluirá el 20 de junio de 2025.
Esta dinámica en el Senado refleja una lucha interna evidente, donde el ejercicio de la democracia y los derechos laborales se entrelazan en un contexto político cada vez más tenso. Con cada voto, cada alegato y cada protesta, el debate sobre el futuro del trabajo en el país sigue tomando forma, y la atención del público permanece fija sobre el desenlace de estas reformas críticas.
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