Durante un siglo y catorce años, Juan Vicente Pérez fue testigo del tiempo. Nacido en Venezuela, no solo fue el hombre más longevo del mundo según Guinness World Records, sino también un símbolo de la resistencia callada de América Latina. El 2 de abril de 2024, su historia llegó a su fin, y con ella, el peso de más de un siglo se hizo silencio.
El título pasó entonces a Japón, al cuidado de Gisaburo Sonobe, quien a los 112 años tomó el relevo brevemente. Apenas tres días después, él también partió. El legado quedó flotando en el aire, sin un dueño claro. Hasta que aterrizó en Southport, Reino Unido, en la modesta residencia donde vivía John Alfred Tinniswood.
A los 112 años, John no tenía secretos ni rituales de longevidad. No tomaba suplementos, no practicaba yoga, ni vivía entre hierbas milagrosas. Su fórmula era simple y brutal: “pura suerte”. Comía lo mismo que los demás residentes, añadía pescado con papas fritas los viernes, no fumaba, y apenas tocaba el alcohol. Creía que el exceso —de lo que fuera— siempre cobraba factura. “Si haces demasiado de cualquier cosa, al final vas a sufrir”, solía decir.
Nacido un 26 de agosto de 1912, John disfrutaba cosas sencillas: administrar sus finanzas y escuchar las noticias por radio. No esperaba llegar tan lejos. Cuando en 2012 cumplió cien años, empezó a recibir una tarjeta anual de felicitación de la reina Isabel II, 14 años menor que él. En 2020, fue reconocido como el hombre más viejo del Reino Unido. Y cuando se convirtió en el más longevo del planeta, su reacción fue tan británica como implacable: “Me da igual. Lo acepto como lo que es”.
John no luchó en el frente de las guerras que marcaron su siglo, pero estuvo allí. En el Cuerpo de Pagos del Ejército, organizaba alimentos, hacía auditorías y ayudaba a encontrar soldados perdidos. Después, trabajó para la petrolera Shell-BP, donde se mantuvo hasta su retiro en 1972.
Conoció a Blodwen en un baile de Liverpool. Se casaron en 1942, tuvieron una hija llamada Susan, y compartieron 44 años hasta la muerte de ella en 1986. Él sobrevivió a guerras, a imperios, a su propia generación. Y sin embargo, siempre mantuvo los pies en la tierra. “O vives mucho o vives poco, y no puedes hacer mucho al respecto”.
En noviembre de 2024, John también dijo adiós. Su lugar fue ocupado por el brasileño Joao Marinho Neto, quien al momento tiene 112 años. Pero más allá de los nombres recientes, la historia recuerda al japonés Jiroemon Kimura, quien llegó a los 116, y aún más a la francesa Lucile Randon, que alcanzó los 118 antes de morir en 2023. La vida se mide en años, pero también en legado.
Hoy, la mujer más longeva del mundo es Tomiko Itooka, de Japón, con 116 años. Antes de ella, el título lo llevó María Branyas Morera, una mujer que nació en San Francisco en 1907, pero vivió en Cataluña desde niña. Murió a los 117, rodeada de una familia con una herencia genética impresionante: la mayoría vivió más allá de los 90.
Quizás hay algo de ciencia en todo esto. Quizás no. Tal vez sea cuestión de genes, de suerte o de espíritu. Pero todos ellos —Juan, Gisaburo, John, Joao, Jiroemon, Lucile, Tomiko, María— comparten una misma victoria: supieron sobrevivir al siglo. Y eso, por sí solo, ya es un acto heroico.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.




![[post_title]](https://columnadigital.com/wp-content/uploads/2025/11/Rangel-responde-tras-abucheos-en-Mexico.webp-350x250.webp)



![[post_tittle]](https://columnadigital.com/wp-content/uploads/2025/11/10-mejores-documentales-criminales-y-donde-verlos-350x250.jpg)

![[post_title]](https://columnadigital.com/wp-content/uploads/2025/11/Horario-television-y-donde-seguir-el-partido-350x250.jpeg)


