Iván Duque intenta recuperar la iniciativa política. El presidente de Colombia ha ofrecido un diálogo a los organizadores de las protestas que desde hace una semana han tomado las calles para mostrar su descontento con el Gobierno y la situación por la que atraviesa. Los asesinato en las manifestantes a manos de las fuerzas de seguridad y el ataque vandálico de encapuchados contra tiendas, bancos y comisarías de policía ha disparado la tensión al máximo. lleva una semana congelado, con ciudades y carreteras bloqueadas y comercios con la persiana abajo.
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El Gobierno ha recurrido a una frase de Álvaro Gómez Hurtado, un histórico dirigente conservador asesinado en Bogotá en 1995, para acercarse a los líderes de las protestas: “Un acuerdo sobre lo fundamental”. Es decir, un mínimo desde donde construir un diálogo que ayude a unir a la sociedad colombiana. “No soy una persona de sesgos”, ha dicho Duque en Blu Radio. “Muchas personas me decían que si me reuniría con Timochenko (exguerrillero de las FARC que se atuvo al proceso de paz). Si lo he hecho con él, ¿cómo no me voy a reunir con otros dirigentes políticos? Los espacios de conversación uno no los puede cercenar”.
Las protestas arrancaron hace una semana para pedir la retirada de la reforma tributaria, una subida de impuestos con la que el Gobierno quería tapar el agujero que había dejado la pandemia en las arcas. Los expertos económicos defendían este ajuste fiscal como mecanismo para distribuir mejor la riqueza, entre otras cosas. Al cuarto día de choques en las calles, con el ejército patrullando las ciudades, el presidente retiró la reforma y dejó caer al ministro de Hacienda que la había impulsado. Esas decisiones no calmaron las aguas. La herida de Colombia es más profunda que un simple proyecto de ley que no ha llegado a ser tramitado en el Congreso. Por eso, Ceballos, en el interior de este diálogo, considera que es fundamental para apaciguar la crisis acelerar la vacunación, reactivar la economía y ofrecer educación universitaria gratuita a personas de bajos recursos.
Esos jóvenes a los que el Duque trata de contentar ahora han sido los protagonistas de esta crisis, para bien y para mal. Ellos han liderado las críticas contra el Gobierno, contra un presidente con el que no se sienten identificados pese a ser el más joven que ha gobernado nunca en Colombia. Duque acabará de cumplir 46 años el día que abandone la presidencia adentro de once meses. Pero los jóvenes también han puesto los muertos. Algunas de las víctimas apenas eran unos adolescentes.
En Cali, una ciudad bloqueada durante varios días por tierra y por aire, se han producido muchos enfrentamientos entre jóvenes y policías en los barrios más marginales. Chavales sin estudios, sin empleo y sin un futuro claro. Cinco de ellos murieron la noche del martes. En redes sociales se ha hecho viral el hashtag #Nosestánmatando.
Los disturbios más importantes del miércoles, sin embargo, tuvieron sitio en Bogotá, la capital. La alcaldesa, Claudia López, señaló que la ascenso de violencia “fue brutal”. Hay más de 70 manifestantes y 16 policías heridos. Un centro de atención inmediata, pequeñas estaciones de policía dispersas por los barrios, fue incendiado con diez agentes en su interior. Esos lugares suelen ser el blanco de los manifestantes porque un joven fue asesinado ahí por la policía el año pasado.
Mientras tantos, Duque busca aplacar la furia acercándose a ellos. El día que tumbó la reforma tributaria, el proyecto estelar de su mandato, dijo que trataría de levantar una nueva con más consenso. No ha podido ponerse a ello. Según quienes le rodean, apenas duerme y está pendiente de ese diálogo que copará la agenda de su Gobierno las dos próximas semanas y los focos de violencia. Antes de salvar la tributaria debe apaciguar las calles del país.
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