A mediodía de este miércoles regresó “La Tomatina” la icónica batalla de tomates del pueblo español de Buñol (este), que atrae a miles de turistas, luego de haberla suspendido durante dos años por la pandemia del coronavirus.
Unas 15 mil personas participaron en esta batalla en que se usaron 130 toneladas de tomates maduros como munición, según datos del ayuntamiento, y que tiñó de rojo las calles y las ropas de los participantes, que suelen vestirse de blanco.
Muchos llevaban gafas de sol, de natación o de buceo para evitar salpicaduras en los ojos, mientras los tomates eran descargados por camiones que recorrían las calles, o directamente lanzados a la gente desde lo alto de los vehículos.
“Vamos a ‘la tomatina’ porque es lo más loco que vimos acá”, dijo Patricio, un turista mexicano, a la televisión local A Punt.
La batalla dura una hora, seguida de una fiesta que se alarga hasta la noche, y atrae a gente de todo el mundo, pero este año no hubo lleno total y no se vendieron las 20.000 entradas disponibles, algo que Vallés atribuyó a las restricciones por el coronavirus que todavía rigen en algunos países.
El origen de la fiesta se remonta a una pelea, ésta de verdad, ocurrida en la fiesta mayor de 1945, que acabó con los participantes lanzándose los tomates de una frutería. Debió gustarles, porque sigue haciéndose, aunque las autoridades no la veían inicialmente con buenos ojos.
No faltan las críticas de quienes consideran la Tomatina un desperdicio de comida, de las que se defendió la concejal Vallés.
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