El almirante que lidera las fuerzas militares estadounidenses en América Latina, Alvin Holsey, planea dejar su cargo el 12 de diciembre de 2025, un anuncio que sorprendió a muchos expertos y analistas en el ámbito internacional. La decisión fue comunicada por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien no ofreció detalles sobre los motivos detrás de esta salida anticipada, programada con dos años de adelanto respecto a su mandato original.
La despedida de Holsey ocurre en un momento crítico, marcado por un notable aumento de las tensiones en la región, especialmente en relación con el gobierno venezolano. En medio de un despliegue militar en el Caribe que incluye destructores de misiles guiados, aviones de combate F-35 y alrededor de 6,500 soldados, el gobierno estadounidense, bajo la administración de Donald Trump, ha intensificado su postura hacia Venezuela, describiendo su situación como una guerra contra grupos narcoterroristas.
Este incremento de la actividad militar ha resultado en múltiples operaciones, las cuales han sido objeto de escrutinio legal. Los ataques dirigidos contra presuntos barcos de narcotraficantes frente a la costa venezolana han llevado a la muerte de al menos 27 personas. Estos eventos han disparado preocupaciones entre expertos legales y legisladores, en su mayoría del partido demócrata, acerca de la legitimidad de tales acciones dentro del marco de las leyes de la guerra.
Holsey, con más de 37 años sirviendo a la nación, expresó en sus redes sociales que ha sido un honor apoyar y defender la Constitución de Estados Unidos. Sin embargo, la incertidumbre en torno a su salida, en medio del clima de tensión con Venezuela, plantea preguntas sobre el futuro de la estrategia militar estadounidense en la región y su impacto en las relaciones internacionales.
Este cambio en la dirección militar no solo es significativo por la figura del almirante, sino también por lo que representa en un contexto de creciente inestabilidad y conflictos en América Latina. La salida de un líder en tiempos tan turbulentos puede influir en el camino que tomará la política exterior de Estados Unidos en los próximos años, a medida que el país enfrenta desafíos continuos en su lucha contra el narcotráfico y las tensiones geopolíticas en la región.
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