Al menos 127 periodistas permanecen detenidos en China, entre ellos 71 uigures, y 18 corresponsales extranjeros fueron expulsados el año pasado. Una decena de reporteros, profesionales o no, fueron arrestados durante la cobertura del inicio de la pandemia de covid en la ciudad de Wuhan también en 2020. El gigante asiático es “el mayor carcelero de periodistas del mundo”, según la organización Reporteros Sin Fronteras, que acusa al Gobierno chino de llevar a cabo una “campaña de represión sin precedentes” contra el periodismo y el derecho a la información en todo el mundo.
La represión contra los periodistas
En un informe titulado El gran salto atrás del periodismo en China, publicado esta semana, RSF detalla la estrategia de Pekín para controlar el acceso a la información tanto dentro como fuera de sus fronteras, analiza “las herramientas de la represión contra los periodistas” que utiliza Pekín y denuncia el grave retroceso de la libertad de prensa en Hong Kong.
El territorio autónomo ocupa este 2021 el puesto número 80 en el índice mundial de libertad de prensa. Que compila cada año la organización con sede en París. Cuando RSF comenzó a elaborar esa lista, en 2002, Hong Kong, considerada tradicionalmente un bastión de la libertad de expresión, ocupaba la posición número 18.
Por su parte, China figura en el puesto 177, o el cuarto empezando por la cola. Y solo tiene por detrás a Turkmenistán, Corea del Norte y Eritrea.
El retroceso en china
“Si China continúa su frenético retroceso, los ciudadanos chinos pueden perder la esperanza de ver un día en el que se establezca la libertad de prensa en su país, y el régimen de Pekín puede tener éxito en imponer su antimodelo dentro y fuera de su país”, ha declarado el secretario general de la ONG, Christophe Deloire. El directivo lanza un llamamiento a las democracias para “identificar todas las estrategias apropiadas para disuadir a Pekín de continuar con sus políticas represivas, y apoyar a todos los ciudadanos chinos que aman a su país y quieren defender el derecho a la información”.
En su informe, RSF denuncia que para los reporteros chinos, la simple posibilidad de acometer una investigación periodística representa un tabú, y publicar informaciones indeseadas por la censura puede costarles años de cárcel en “prisiones insalubres, donde los maltratos pueden conducir a la muerte”. Los temas prohibidos son cada vez más numerosos; ya no solo los considerados tradicionalmente “delicados”, como Tíbet, Taiwán o la corrupción. Sino también algunos desastres naturales, el movimiento #MeToo de denuncia de abusos sexuales, o “incluso el reconocimiento de profesionales de la salud durante la crisis de la covid”, apunta la organización.
La intimidación de corresponsales extranjeros
China recurre a la vigilancia y el “chantaje sobre visados”, “obligó a 18 de ellos a abandonar en el país en 2020″. Tres periodistas de pasaporte extranjero y ascendencia china, el sueco-hongkonés Gui Minhai, y los australianos Yang Hengjun y Cheng Lei. Se encuentran detenidos bajo cargos de espionaje.
Al menos 10 periodistas y blogueros fueron detenidos, además, por informar al público sobre la crisis de la covid en Wuhan. Dos de ellos continúan bajo arresto, Fang Bin y Zhang Zhan. Esta última se encuentra en huelga de hambre y su mal estado de salud hace temer por su vida. Según han denunciado diversas organizaciones pro derechos humanos.
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