El senador republicano por Florida Rick Scott acudió hace tres semanas a Savannah en auxilio del candidato Herschel Walker. Era un aspirante en apuros, y Georgia ya se antojaba un Estado clave. A falta de conocer el destino de los escaños en Nevada y Arizona, es probable que allí se decida el 6 de diciembre el control del Senado, en su segunda vuelta contra Raphael Warnock.
El martes, unas cuantas cosas salieron mal para el Partido Republicano en las elecciones legislativas de medio mandato. Con el Senado, que podría caer de cualquier lado, en un pañuelo, es muy probable que retomen la Cámara de Representantes, pero será por un margen mucho menor de lo que hacía presagiar la marea roja que anunciaban. Y eso que enfrente tenían al contrincante propicio, azotado por la tormenta perfecta descrita por Scott, un presidente débil y el descontento general de la población con la marcha de las cosas. Pese a tanto viento a favor, se rompió una sólida tradición: desde Lyndon B. Johnson, el partido en el poder ha perdido un promedio de 45 escaños en la Cámara y cinco en el Senado en las elecciones intermedias. Así que la formación conservadora despertó el miércoles con una buena resaca electoral, de esas en las que uno se levanta palpándose la ropa para encontrar la cartera. Preguntándose qué demonios sucedió anoche. Buscando culpables.
En esa búsqueda, destaca de momento uno por encima del resto: Donald Trump. Su sombra sobrevoló toda la campaña, como sobrevuela el presente y el futuro del partido desde hace seis años. Los fracasos más sonoros los han protagonizado algunos de los aspirantes que él apoyaba (otros, como J. D. Vance, en Ohio, cumplieron su parte). La previsión de que la semana que viene anuncie su candidatura a la Casa Blanca para 2024 ha empujado a destacados republicanos a decir públicamente que no creen que sea buena idea que lo haga antes de que se resuelvan las cosas en un mes en Georgia. Lo contrario podría espolear la movilización demócrata.
De momento, Trump tiene convocado al mundo en su residencia de Mar-a-Lago el martes para “el anuncio más importante de la historia de Estados Unidos”. Si piensa dar marcha atrás (no lo parece), será interesante ver cómo lo hace, aunque nadie duda de que, con su probada maestría en el arte de la prestidigitación de sí mismo, hallará el modo. Al menos, reconoció el miércoles en su red social, Truth, que “en cierto modo las elecciones de ayer fueron algo decepcionante”. Aunque añadió: “desde mi punto de vista personal fue una gran victoria: 219 VICTORIAS y 16 derrotas en la general. ¿Quién lo ha hecho mejor que eso?”. El magnate se encuentra atrincherado, sorteando las balas del fuego amigo, en Florida, donde arrasó en su elección como gobernador el que se perfila como su más serio rival en 2024, el gobernador republicano Ron DeSantis.
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