Por Juan Carlos Sánchez Magallán
A un año del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, lo que suponía ser una guerra de corta duración, se ha convertido por sus efectos en una pesadilla para Ucrania: destrucción de ciudades, pobreza, endeudamiento, pérdida de bienes y personas, desintegración familiar, migración, desempleo, inflación, crisis de alimentos, de transporte, de escuelas, de salud y de esparcimiento; y es que 14 millones de personas, un tercio de su población, han tenido que huir de sus hogares dejando atrás la lejana tranquilidad de sus vidas.
Al menos 65% son mujeres y niños en estado de vulnerabilidad, con problemas de salud mental, que a diario siguen buscando un refugio menos peligroso, teniendo que adaptarse a nuevas condiciones de vida, como la falta de un empleo, la ignorancia y el acceso al idioma del país anfitrión, solo Bélgica tiene tres idiomas.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) informó que 10 millones de personas sufren de eventos postraumáticos por los 750 ataques a instalaciones sanitarias. Alrededor de 195 mil bebés nacieron en Ucrania en 2022 en medio del caos de la guerra, dando a luz las mujeres embarazadas en sótanos y refugios antiaéreos, en condiciones insalubres.
El informe señala que “la guerra y los desplazamientos masivos, han aumentado el riesgo de violencia incluida la violencia sexual, explotación y abusos contra mujeres y niñas”.
El UNFPA ha establecido 48 centros de supervivientes de la violencia y mujeres en situación de riesgo en todo Ucrania, incluidos refugios, salas de crisis, una línea telefónica nacional de emergencia y más de 100 mil equipos móviles de apoyo, lo que se traduce en un magro apoyo ante la magnitud del conflicto social, pero, ¿realmente fue necesaria esta guerra?
El nivel de vida se ha deteriorado para los europeos, por el encarecimiento de todos los productos de consumo y la enorme dependencia energética que tenían con Rusia. La pregunta es, ¿por qué los países más desarrollados siguen suministrando material, equipos y capacitación de guerra a Ucrania, si la Comunidad Europea rechaza la guerra mediante manifestaciones públicas?
El presidente Biden visitó Kiev, la capital de Ucrania para mostrar su apoyo y optimismo, donde señaló: “La guerra de conquista de Putin ha fracasado, no logró borrarla del mapa, pues el ejército ruso ha perdido la mitad del territorio que habían recuperado”, sostuvo. Mientras, Putin, en respuesta, señaló que Ucrania se ha convertido en un rehén de Occidente, pues ciertamente todos los países desarrollados están peleando contra Rusia en territorio ucraniano al transformar el conflicto local en una fase de confrontación global y anunció el congelamiento, no el abandono y sí su participación en el tratado que regula las armas nucleares conocido como START, y reclamó a Estados Unidos que “llevó sus bases, sus laboratorios biológicos a nuestras fronteras para llevar a Ucrania a una gran guerra de la que se enorgullecen”. “Rusia quería una solución pacífica, pero Occidente jugaba con las vidas humanas”.
Por su parte, los ministros de finanzas del G20 fracasaron en alcanzar un acuerdo sobre la guerra de Ucrania y su impacto desestabilizador sobre la economía mundial; al término de una sesión en la India, la mayoría condenó la invasión rusa. Ciertamente, la mayoría culpó al conflicto de la guerra, la inflación creciente, el crecimiento de la inseguridad alimentaria y energética y la perturbación de las cadenas de distribución de granos, aceites y fertilizantes.
El G7, fundado en 1975 por los países con economías más industrializadas, reafirmó su apoyo a Ucrania con una ayuda financiera de 39 mil millones de dólares para 2023 y aumentar la presión sobre los países del G20 para que tomen una posición más decidida frente a la situación mundial, ante este escenario de posiciones encontradas. China propuso un plan de paz a una Rusia que ignoró por los agravios del bloqueo económico, ¿vamos a la tercera guerra mundial? ¿O no, estimado lector?
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