En un movimiento que marca un precedente en la política judicial de México, Sergio Molina se convierte en el primer candidato a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en firmar compromisos que promueven una “justicia cercana al pueblo”. Esta iniciativa, que resuena con anhelos de transparencia y accesibilidad en el sistema judicial, surge en un contexto donde la desconfianza de la ciudadanía hacia las instituciones ha crecido sustancialmente.
La firma de estos compromisos tuvo lugar durante una reciente visita a un foro que reunió a diversas organizaciones de la sociedad civil, cuyo objetivo es impulsar un sistema judicial más accesible y eficiente. Entre las principales promesas de Molina se destacan el compromiso de impulsar la defensa de los derechos humanos y la promoción de la igualdad ante la ley. Estas acciones son vistas como fundamentales para restaurar la confianza del público en un sistema que ha enfrentado críticas sobre su imparcialidad y eficacia.
El contexto en el que surge este compromiso no es menor. México ha sido históricamente un país donde el acceso a la justicia ha sido un obstáculo para muchos, especialmente en comunidades marginadas. Al abordar temas como la corrupción y la falta de recursos en los sistemas judiciales locales, Molina busca posicionar la SCJN como un tribunal que no solo resuelva conflictos, sino que también actúe como un motor de cambio social.
Uno de los puntos más destacados de su propuesta es la idea de fomentar la cercanía de los jueces con la ciudadanía. Esto no solo implica un cambio en la forma en que los funcionarios judiciales se comunican con el público, sino también una reestructuración de cómo se conciben y aplican las leyes. Molina enfatiza que la justicia debe ser comprensible y accesible, garantizando que todos los sectores de la población estén conscientes de sus derechos y mecanismos de defensa.
El compromiso de Molina se alinea con las demandas populares de un sistema judicial más humano y menos burocrático. La participación de redes sociales, medios de comunicación y movimientos ciudadanos ha sido clave para visibilizar estas necesidades. En este sentido, el candidato a la SCJN no solo busca un cambio desde dentro del aparato judicial, sino también crear un puente de comunicación entre la corte y el pueblo, una relación que ha sido históricamente distante.
A medida que la sociedad civil sigue presionando por reformas de gran calado y una mayor responsabilidad por parte de los funcionarios, se espera que otros candidatos se alineen con este tipo de iniciativas en el futuro. La actuación de Molina podría sentar un precedente que inspiraría a un cambio más amplio en el ámbito judicial, impulsando un movimiento hacia la justicia que no solo esté al servicio de las leyes, sino también de las personas.
Con este contexto, la figura de Molina se posiciona como un faro de esperanza en un sistema que, por años, ha enfrentado múltiples desafíos. Su propuesta, aunque todavía en sus primeras etapas, tiene el potencial de transformar la percepción que los ciudadanos tienen de la justicia y sus instituciones. En un país donde cada voz cuenta, este nuevo enfoque hacia una justicia más cercana podría ser el primer paso hacia una nueva era para el sistema judicial mexicano.
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