Lya Gutiérrez Quintanilla
La noticia de su muerte causó gran sensación, -traicionado por un exmilitar villista que ubicó donde se guarecía de ser aprehendido por fuerzas carrancistas-, los asistentes en Chihuahua que abarrotaron el porfiriano Gran Teatro de los Héroes, -incendiado treinta años después y ya demolido-, presenciaron la inminente declaración de muerte contra él.
Durante el juicio, Felipe Ángeles que nunca perdió el temple y la compostura, defendió a Francisco Villa: “Me separé de él porque no estuve de acuerdo con que fusilara a sus prisioneros”. Más que defenderse, Ángeles que sabía que su juicio era una farsa ya que el fin carrancista era acabar con él, disertó tranquilo acerca de su filosofía humanista de vida. Incluso días antes de su juicio comenzó a escribir cartas de despedida a sus amigos. Ya en el juicio los jueces, frustrados, trataban de demostrar que era traidor a Carranza, no lo lograban. “No he dicho nada contra la Constitución del 17”. Tranquilo negó las acusaciones que lo señalaban como un rebelde buscando el derrocamiento de un régimen legalmente constituido. Habló durante horas de su misión para México. Al final expresó: “Sé que me van a matar. Pero sé también que mi muerte hará más a la causa democrática que todas las gestiones de mi vida porque la sangre de los mártires, fecundiza las grandes causas.”
Excelentes escritores lo han retratado de diversas maneras, pero es Elena Garro quien más reconstruye su historia y humaniza al personaje, al que califica de mártir disidente, lo hace hablar para que el lector comprenda su ideología progresista, su lucha por el respeto a la vida y a la dignidad humana. Para finalizar queridos lectores, solo me resta decir que Felipe Ángeles es un ejemplo de lucha y muerte por los ideales que persiguen la paz social, el progreso y el respeto por la vida.
Y hasta el próximo lunes.
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