A pesar de que en 2019 se realizaron reformas significativas a la Ley Federal del Trabajo (LFT) en México, apuntando a una mejora en el proceso de democracia sindical y otorgando mayor poder a los trabajadores en la elección de sus representantes, los cambios en la representación han sido mínimos. Los líderes sindicales que predominaban antes de la reforma continúan al frente de las organizaciones, lo que plantea dudas sobre la efectividad de dichas modificaciones.
Una de las piedras angulares de la reforma laboral fue la implementación de un sistema de votación libre, personal, directa y secreta, que permite a los trabajadores elegir a sus líderes sindicales y participar en la negociación colectiva. También se promovió la transparencia en la gestión financiera de los sindicatos y se fomentó una mayor inclusión de mujeres en posiciones directivas.
Sin embargo, persiste la pregunta: ¿por qué no ha habido un cambio real en el liderazgo sindical? La Organización Internacional del Trabajo (OIT), a través del Convenio 87, defiende la autonomía de los sindicatos en la elección de sus líderes, lo que significa que, en teoría, no debería haber restricciones a la reelección de los titulares. Sin embargo, aunque la reforma de 2019 introdujo criterios para evitar que los mismos individuos permanezcan indefinidamente en el poder, no se puede imponer una solución que contradiga el Convenio 87.
Expertos como Manuel Fuentes Muñiz, profesor de la UAM, destacan que la ley refleja un deseo de mayor renovación y participación, pero enfrentar la inercia del liderazgo sindical requiere un cambio profundo en la mentalidad y el comportamiento de los trabajadores, quienes a menudo aceptan la continuidad de líderes ya establecidos, incluso en ocasiones, con orgullo por su liderazgo.
Alfonso Bouzas, del Observatorio Ciudadano de la Reforma Laboral, indica que, sin cambios significativos en la base trabajadora y en las disposiciones de la reforma, seguiremos viendo la misma situación en cuanto al liderazgo sindical. La falta de participación y capacitaciones adecuadas entre los trabajadores limitado la posibilidad de una representación auténtica.
Además, Bouzas subraya que la mayoría de los trabajadores no tiene un sindicato o un contrato colectivo de trabajo, lo que resalta que solo una minoría disfruta de los beneficios que pueden ofrecer estas organizaciones. De acuerdo con datos del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, aquellos que han legitimado su contrato colectivo y cuentan con representación sindical tienden a tener salarios superiores al promedio nacional.
Finalmente, queda claro que para avanzar hacia una verdadera democracia en los sindicatos y asegurar una representación genuina, es fundamental vigilar el proceso electoral y fomentar una mayor participación activa de los trabajadores. La discusión se centra, por tanto, en cómo transformar la realidad sindical del país para que estos organismos cumplan su función de manera más efectiva.
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