#Suecia #SateliteEuropeo | La Agencia Espacial de Suecia (SSC) ha inaugurado este viernes, a unos diez grados bajo cero, el primer centro de lanzamiento de satélites en el continente europeo. La nueva instalación, en la base espacial asociada a la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) de Esrange, en la región de Laponia, busca albergar la cada vez mayor demanda lanzamiento de satélites y ofrecer una mayor autonomía a la UE en un momento geopolíticamente muy sensible. El centro quiere competir con otros que se están creando en el continente europeo y lograr lanzar a principios de 2024 el primer satélite desde territorio continental de la UE.
“La actual situación geopolítica, incluida la invasión rusa de Ucrania, demuestran lo importante que es que la Unión Europea tenga acceso al espacio”, ha recalcado el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, en Jukkasjärvi, a unos 200 kilómetros por encima del círculo polar ártico, donde ha inaugurado junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el rey Gustavo de Suecia la base de Esrange. Un centro que ya existía desde hace décadas y se utilizaba para servicios de control terrestre de satélites y lanzamiento de globos estratosféricos, así como para lanzar pequeños cohetes de investigación. “Este puerto espacial ofrece una puerta de entrada europea independiente a espacio y es exactamente la infraestructura que necesitamos”, ha recalcado Von der Leyen, que ha resaltado que la instalación y su avance supone un “gran momento” para la industria europea.
La Agencia Espacial Europea cuenta ya, como Estados Unidos, China y Rusia, con un puerto espacial, pero está en la base de Kourou, en la Guyana Francesa, en plena selva sudamericana, desde donde se han lanzado medio millar de satélites desde hace medio siglo, pero que desde hace unos años genera conflictos por robos y manifestaciones por la crisis social, la desigualdad y el desempleo en esta región francesa ultraperiférica. Viajar al puerto del despegue de la Agencia Espacial Europea en Kourou, desde donde se lanzan los cohetes Ariane, y llevar los materiales en barco, además, es caro.
Los pequeños satélite
Los pequeños satélites están siendo muy importantes para rastrear desastres nucleares en tiempo real, para recabar información sobre la crisis climática y también para garantizar la seguridad global, ha insistido Von der Leyen. “Hoy, sabemos que las valientes fuerzas ucranias usan de manera efectiva pequeños satélites para rastrear los movimientos de las tropas rusas”, ha dicho. Efectivamente, los satélites Starlink de la compañía de Elon Musk se han convertido en cruciales para Ucrania.
Avanzar en los programas espaciales e impulsar la base de Erlarger y programas de cooperación ayudará la competitividad europea, ha dicho el director general de la Agencia Espacial Europea, Josef Aschbacher, que también ha participado en la inauguración en las nuevas instalaciones del Ártico. “Europa también necesita satélites europeos y, una vez estén en órbita, tendrán que ser operados y necesitarán espacio para la productividad terrestre para cumplir sus misiones”, ha añadido Stefan Gardefjord, director ejecutivo de la corporación espacial sueca (SSC), de propiedad estatal.
La SSC cree que el número de satélites podría llegar a 100.000 en 2040 en comparación con los 5.000 satélites operativos actuales. Gardefjord considera que las nuevas instalaciones pueden suponer un gran cambio de juego por su versatilidad —trabaja también en el programa Themis de la Agencia Espacial Europea para recuperar los vehículos utilizados para el lanzamiento de los artefactos— y la situación de la base de Erlarger. Para algunos tipos de satélite, la ubicación en el ártico puede ofrecer ventajas a los satélites de observación de la Tierra, por ejemplo. Además, aunque las temperaturas de muchos grados bajo cero pueden suponer un reto para los materiales empleados, puede reducir los costes de los lanzamientos.
La base de Erlarger, que aprovecha un área de unos 5.200 kilómetros cuadrados, según la SSC, existe desde 1972, está a unos 40 kilómetros de la pequeña ciudad de Kiruna. Un asentamiento de casas típicas suecas rojas y amarillas ubicado sobre la mina de hierro más grande del mundo, que está cambiando de ubicación casa por casa unos 3 kilómetros más al este para poder seguir explotando los yacimientos y también por la inestabilidad de los terrenos de la mina.
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