Los tardígrados, también llamados osos de agua, son unos seres microscópicos capaces de sobrevivir a casi todo: congelación, agua hirviendo, inanición durante décadas. Incluso un disparo. Pero un viaje entre planetas que acabe en accidente son palabras mayores incluso para estos seres diminutos, de quienes se dice incluso que podrían heredar la Tierra en caso de extinción masiva, dada su asombrosa resistencia. Un estudio ha sometido a unos ositos de agua a una prueba de fuego real: dispararlos a velocidades altísimas y comprobar si soportaban el golpe.
La pregunta no era teórica: hace dos años, un millonario estadounidense decidió embarcar una población de miles de tardígrados en una sonda israelí que acabó estrellándose en la Luna. Los tardígrados, que no llegan a medir medio milímetro, se enviaron en un estado de deshidratación en los que permanecen casi muertos, a un ritmo metabólico del 0,01% de lo normal. Allí quedaron tras el accidente, sin planes de tratar de rescatarlos ni observar si se pueden rehidratar y resucitar tras el impacto. El asunto fue un pequeño escándalo, otra muestra de los peligros de contaminación biológica del sistema solar por la negligencia de los nuevos actores espaciales. Pero la científica madrileña Alejandra Traspas, que estaba escribiendo su propuesta de tesis del máster en la Universidad de Kent, se preguntó qué habría sido de ellos tras ese accidente: “Pensé: ‘Pobrecitos, ¿habrán sobrevivido?”, explica por teléfono.
La astrobióloga Traspas diseñó un experimento para simular las condiciones en las que se golpearon los tardígrados contra la Luna
De este modo diseñó un experimento para disparar a las brutales velocidades del impacto lunar a estos ositos, que suelen vivir en condiciones de humedad. Colocaron un objetivo de arena en una cámara de vacío para simular las condiciones espaciales y del golpe sobre la superficie de un planeta rocoso. Y dispararon contra él los osos de agua en grupitos de dos o tres con un “megacañón de unos tres metros”, explica Traspas, metiéndoles congelados en los proyectiles, en ese estado de hibernación inducido. Las pruebas comenzaron a finales del 2019 y, salvo un frenazo, continuaron durante las restricciones provocadas por la pandemia.
La nota precedente contiene información del siguiente origen y de nuestra área de redacción.