La precisión es la piedra angular en la evaluación de termómetros, considerándose el criterio más relevante al compilar listas de los mejores dispositivos. Este enfoque está fundamentado en un método científico riguroso, utilizando un termómetro de grado médico como referencia para evaluar la variación en los termómetros de cocina.
Prueba de agua helada
Para verificar la precisión, se emplea un simple conjunto de herramientas: un vaso, algunos cubos de hielo y agua. Dado que el agua puede existir en estado líquido y sólido a 32°F (0°C), es posible establecer esta temperatura con certeza. Llenando un vaso alto con cubos de hielo y añadiendo agua fría —sin que el hielo se derrita— se puede mantener el agua a 32°F.
A continuación, se inserta tanto el termómetro médico como el termómetro de cocina en este medio, agitando la bebida hasta que el termómetro médico indica 32°F. En ese punto, se registra la lectura del termómetro de cocina para determinar cualquier variación.
¿Por qué no usar calor?
Podría parecer lógico utilizar calor, dado que estos dispositivos están diseñados para cocinar carne, donde el calor es esencial. Sin embargo, el calor es influenciado por numerosos factores como la altitud y la presión, que son difíciles de controlar. En contraste, el punto de congelación del agua es constante, independientemente de la ubicación, lo que garantiza la precisión de la medición.
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