El artículo recién publicado señala que la tortura en Nicaragua se ha convertido en un método sistemático de represión a la oposición política y a los manifestantes que han salido a las calles en protesta contra el gobierno. Estas prácticas están siendo aplicadas no sólo en las cárceles, sino también en centros clandestinos de detención, donde las víctimas son torturadas para obtener información o forzar confesiones falsas.
El informe realizado por la Asociación Nicaragüense Pro-Derechos Humanos (ANPDH) muestra que las víctimas de la tortura en Nicaragua son personas comunes que lo único que hicieron fue manifestar su descontento o su oposición al gobierno de Ortega. Estas personas han sufrido abusos sexuales, electroshocks, asfixia y otros métodos violentos que violan los derechos fundamentales de cualquier ser humano.
Ante esta situación, la comunidad internacional debe tomar medidas para proteger los derechos de las personas que se manifiestan pacíficamente y rechazar la tortura como método de represión política. Las organizaciones de derechos humanos en Nicaragua han solicitado la intervención de la ONU y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para frenar las violaciones a los derechos fundamentales en el país.
Por otro lado, es necesario que las autoridades nacionales adopten medidas que permitan garantizar el respeto a los derechos humanos y que los responsables de estos actos de violencia sean llevados ante la justicia y enfrenten las consecuencias de sus acciones. En este sentido, la sociedad civil debe apoyar las acciones y demandas realizadas por las organizaciones de derechos humanos para presionar a las autoridades y lograr un cambio efectivo en el respeto a los derechos de los ciudadanos.
En conclusión, la tortura en Nicaragua es una práctica brutal que ha sido sistemáticamente utilizada para reprimir a los ciudadanos que se han manifestado en contra del gobierno de Ortega. Es importante que la comunidad internacional y las organizaciones de derechos humanos en Columna Digital se unan y adopten medidas efectivas para garantizar el respeto a los derechos humanos y que los responsables de estos actos sean llevados ante la justicia. La lucha por la defensa de los derechos humanos es una responsabilidad colectiva de toda la sociedad.
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