El Pentágono ha admitido este viernes el “trágico error” de un ataque con dron que mató a diez civiles en Kabul, reconociendo que malinterpretó la información sobre un vehículo que consideró era una “amenaza inminente” del Estado Islámico-K (ISIS-K), el grupo terrorista que tres días antes había atentando en el aeropuerto de Kabul, durante la operación de evacuación, matando a 200 personas, entre ellas 13 soldados estadounidenses.
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En represalia por el sangriento atentado, y ante el temor de nuevas amenazas “creíbles e inminentes”, un dron bombardeó una furgoneta en el patio de una casa familiar en un barrio cercano al aeropuerto. Murieron diez personas, incluidos siete menores y el supuesto sospechoso. Un civil afgano que colaboraba con una ONG estadounidense en el reparto de comida a refugiados en torno a Kabul. Así lo contaron varios medios internacionales, con entrevistas a familiares de las víctimas. El Pentágono aseguró entonces que el suceso estaba siendo investigado.
Ante el continuado silencio del Pentágono, durante casi dos semanas, el diario The New York Times publicó esta semana una demostración de que las víctimas habían sido una familia y no el supuesto vehículo cargado con explosivos que, teóricamente, se dirigiría al aeropuerto con intención de atentar de nuevo. El pánico desatado por el ataque suicida del día 26. Así como las dificultades del operativo de evacuación -que sacó a 124.000 de Kabul en apenas dos semanas-, no contribuyeron a aclarar lo sucedido.
“Ahora estoy convencido de que diez civiles, incluidos siete menores, murieron como consecuencia de este ataque”, ha dicho este viernes el general Frank McKenzie, jefe del Comando Central de EE UU, a quien correspondió la investigación. “Es más, comprobamos que es poco probable que el vehículo y los que murieron tuvieran vínculos con ISIS-K o representaran una amenaza directa para las fuerzas estadounidenses. Por eso nuestra investigación concluye que el ataque fue un trágico error”, dijo McKenzie a los periodistas.
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El militar, que se declaró “responsable último del ataque y su trágico resultado”, transmitió sus condolencias a los familiares de las víctimas. “Este ataque se decidió con la convicción de que evitaría una amenaza inminente para nuestras fuerzas en las tareas de evacuación del aeropuerto. Pero fue un error y ofrezco mis más sinceras disculpas”.
El ataque de la barriada de Kabul fue la segunda operación de castigo lanzada por EE UU después de sufrir las 13 bajas mortales en el atentado del aeropuerto. Dos días antes de que el dron matase a los diez civiles, miembros de la misma familia. Otro ataque semejante neutralizó una base de operaciones del ISIS-K en la frontera afgana con Irán, matando a dos milicianos e hiriendo a uno.