Trump “reacciona con nerviosismo” ante aranceles y caídas bursátiles: Analistas

Las recientes declaraciones del presidente Donald Trump sobre una posible reducción en los aranceles impuestos a productos chinos han despertado optimismo en los mercados internacionales, aunque economistas advierten que no se han producido avances significativos en las negociaciones comerciales entre Washington y Pekín. Lejos de mostrar un cambio estructural en la postura de la Casa Blanca, los expertos consideran estas señales como indicios de la creciente presión que enfrenta la administración estadounidense.

Durante una conferencia de prensa en la Oficina Oval, Trump afirmó que los aranceles sobre bienes procedentes de China “no serán tan altos como el 145%” y que “se reducirán sustancialmente, pero no llegarán a cero”. Estas declaraciones fueron interpretadas por analistas como una maniobra para reactivar el diálogo bilateral, aunque sin compromisos concretos. El profesor Chen Zhiwu, de la Universidad de Hong Kong, calificó las palabras de Trump como “típicamente Trump” y señaló que no representan un verdadero progreso. Según Chen, cuanto más habla el presidente sobre una posible flexibilización, más evidente se hace la ansiedad del lado estadounidense, en contraste con la actitud serena de Pekín.

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Por su parte, Xu Tianchen, economista senior de la Economist Intelligence Unit, describió la estrategia arancelaria de Trump como “fluida” y sugirió que solo una marcada degradación económica en Estados Unidos —como un alza en el costo de vida o un creciente descontento social— forzaría un cambio real en su política. La reducción del intercambio bilateral, que en 2024 cayó a 688.3 mil millones de dólares tras sucesivas rondas de aranceles, ha tenido repercusiones globales. El Fondo Monetario Internacional recortó sus pronósticos de crecimiento, los mercados financieros se han visto sacudidos, y ha aumentado la presión sobre los bonos del Tesoro estadounidense.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, reconoció en un encuentro privado que la guerra comercial ha llevado a una situación insostenible, que comparó con un “embargo bilateral”. Aunque expresó esperanza en una eventual desescalada, admitió que las negociaciones formales con China aún no han comenzado. Mientras tanto, desde Pekín, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Guo Jiakun, pidió a Estados Unidos que abandone las “amenazas” y se comprometa con un diálogo basado en igualdad, respeto mutuo y reciprocidad.

Para la economista Alicia García-Herrero, de Natixis, la actitud de Trump refleja un “pánico” derivado del desplome de los mercados, la subida de los rendimientos de los bonos y la pérdida de confianza en el dólar. Según ella, Estados Unidos necesita con urgencia un acuerdo, lo que deja a China en una posición de ventaja, sin necesidad de hacer grandes concesiones.

En este contexto de incertidumbre, la guerra comercial entre Estados Unidos y China sigue teniendo implicaciones profundas para la economía global. Aunque el lenguaje del presidente estadounidense ha mostrado señales de flexibilización, los hechos indican que aún falta mucho camino por recorrer antes de alcanzar un acuerdo tangible.