La dinámica de las relaciones comerciales entre Estados Unidos, México y Canadá ha experimentado altibajos significativos, especialmente a raíz de la postura del actual gobierno estadounidense. Recientemente, Jamieson Greer, representante comercial de la Casa Blanca, cuestionó la lógica de mantener un acuerdo trilateral dado que los temas de discusión con México y Canadá difieren considerablemente. Esta inquietud abre la puerta a la posibilidad de convertir el tratado T-MEC en acuerdos binacionales.
El presidente Trump ha manifestado su disposición a renegociar acuerdos comerciales, enfatizando su apertura a establecer tratos distintos con cada país. Esta perspectiva ha relegado los temas trilaterales a un segundo plano, ahondando en la ruptura de líneas claras entre seguridad, migración y comercio. En este contexto, México ha emergido como el principal socio comercial de EE. UU., superando tanto a Canadá como a China, a pesar de la complicada relación.
Las tensiones con Canadá, alimentadas por la personalidad de Trump, han derivado en un conflicto natural entre economías que, aunque similares, enfrentan diferencias significativas. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha sido un blanco de las críticas y desaires de Trump, contribuyendo a un clima de animosidad que ha afectado las relaciones bilaterales.
Sin embargo, la llegada de Mark Carney a la primacía política canadiense ha traído esperanza. Su reciente reunión con Trump se caracterizó por intercambios de elogios, un cambio notable respecto a días pasados de tensiones. Carney llegó con la intención de resolver tarifas impuestas y preparar el terreno para la renegociación del T-MEC, aunque, desafortunadamente, aún persisten aranceles que afectan a sectores clave de la economía canadiense.
La situación plantea interrogantes sobre cómo estas dinámicas afectarán a México y su posición en un posible escenario de renegociación. La transformación del T-MEC en acuerdos bilaterales podría dejar a México en desventaja, frente a un socio económico desproporcionadamente más grande. En ocasiones anteriores, como en una reciente reunión con Claudia Sheinbaum, se señalaba la urgencia de fortalecer los lazos entre México y Canadá, pero el panorama cambia a medida que avanza el tiempo.
La incertidumbre sobre cómo se evolucionará la relación entre estos tres países, especialmente mirando hacia 2026, persiste. La necesidad de una estrategia concertada entre México y Canadá se vuelve más relevante en un contexto internacional en el que la cooperación y la negociación son esenciales. Esta evolución no solo afecta a las naciones involucradas, sino que también resuena en la economía global, destacando la importancia de mantener un enfoque colaborativo en la región de América del Norte.
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