Algo que es muy notorio es que Ucrania no habría resistido ante la guerra contra Rusia, sin la asistencia militar de los socios de la OTAN. Pero este apoyo afronta dificultades, como ya empiezan a advertir sus aliados, por el riesgo de que sus propios arsenales se agoten. Un cambio de signo político y económico, en Europa o en Estados Unidos.
Representantes de los principales Estados miembros de la OTAN están advirtiendo en las últimas semanas de que sus arsenales empiezan a estar por debajo de los límites deseados y que la producción no puede seguir el ritmo de la demanda. Fuentes de la Alianza Atlántica ofrecieron el 26 de noviembre a The New York Times estos datos como ejemplo: en el frente de Donbás, en el este, Ucrania ha llegado a disparar hasta 7.000 obuses en un día —Rusia, hasta 50.000—, pero la producción de este armamento en Estados Unidos es de 15.000 unidades mensuales. “Se puede aumentar la producción con más turnos, o incrementando la actividad en líneas de producción existentes, pero hay una necesidad de más líneas, nuevas instalaciones, y esto requiere inversión y tiempo”, afirmó el 25 de noviembre Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN. Existe, además, el riesgo de que un cambio político, agravado por una posible recesión económica, provoque una reducción del gasto militar para Ucrania, sobre todo en Estados Unidos, donde destacados representantes del Partido Republicano abogan por ello y acaban de hacerse con el control de la Cámara de Representantes en las elecciones de medio mandato en noviembre.
Valeri Zaluzhni, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias, indicó en un informe publicado el pasado septiembre que lo razonable es prepararse para un conflicto que vaya más allá de 2023. En este trabajo, firmado junto al teniente general Mijailo Zabrodskii, el comandante en jefe establecía que una victoria ucrania en 2023 dependería de un apoyo todavía mayor por parte de sus aliados internacionales. “Pero Ucrania solo puede entender la adquisición de equipos militares de nuestros socios como una solución transitoria”, concedían los autores. “Nos tenemos que preparar ante la posibilidad de que la guerra dure años, para que no disminuya el apoyo de Ucrania”, avisó Stoltenberg el pasado junio.
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