Desde hace algunos años, el tema migratorio se ha convertido en uno de los más relevantes y polémicos en Europa. A medida que los movimientos migratorios se intensifican, ha aparecido una especie de fenómeno político con una inclinación marcada al nacionalismo, especialmente en los países escandinavos, en España, y en el Reino Unido.
Este nacionalismo que se defiende en Europa, por su parte, se caracteriza por ser visceral y antiextranjero. Por tanto, los nacionalistas defienden la independencia y la soberanía de sus países por encima de cualquier otra cosa, aunque esto suponga la exclusión de los que llegan desde fuera. La idea es que una Europa sin fronteras y multicultural no es viable.
El hecho de que los nacionalistas defiendan una política de puertas cerradas, lejos de beneficiar al país, resulta completamente contraproducente. No solo frena la economía, sino que también crea barreras en cuanto al comercio internacional, la tecnología, la educación, la ciencia y la cultura.
Además, la exclusión de los extranjeros perjudica tanto a los países de acogida como a los de origen. Europea debe entender la inmigración como algo positivo, por lo que es imprescindible que acoja a los que necesitan protección y trabajo. De esta manera, la UE podría lograr una política unida y coherente que beneficie a todos los países y a sus ciudadanos.
Europa es una de las zonas más prósperas del mundo, pero también representa uno de los continentes que ha malgastado sus oportunidades. Ahora que enfrentamos una crisis migratoria real, es hora de dejar atrás los nacionalismos y de asumir la responsabilidad de proteger los derechos de todos los ciudadanos, independientemente de su lugar de origen.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.