Adis Ahmetovic, nacido y criado en Hannover, una ciudad de algo más de medio millón de habitantes en el norte de Alemania, estudió Derecho, se afilió al partido socialdemócrata (SPD) y ha ido escalando puestos en su agrupación hasta entrar por primera vez en el Bundestag como diputado a los 28 años. Pero su historia pudo haber sido otra muy distinta. En 1998 los padres de Ahmetovic, bosnios refugiados de la guerra de los Balcanes, estaban a punto de ser deportados de vuelta a un país roto por la guerra. Desesperados, pidieron ayuda al entonces joven abogado Matthias Miersch, que apelación tras apelación consiguió que la familia se quedara en Alemania. Más de dos décadas después, sus trayectorias han vuelto a cruzarse: ambos se sientan en la bancada socialista del nuevo Parlamento alemán.
Los dos diputados se reencontraron hace unos años, en un encuentro del SPD de Hannover para dar la bienvenida a los nuevos miembros del partido. Miersch era el presidente de la agrupación y Ahmetovic, un chaval de 15 años muy concienciado con la igualdad de oportunidades en la escuela. Aquel apellido enseguida llamó la atención de Miersch.
El joven diputado atiende a el país en el Bundestag un día sin actividad parlamentaria. Las restricciones por la cuarta ola que golpea con fuerza al país impiden hacerle una foto dentro del hemiciclo. Se presta a posar bajo la fachada del histórico edificio del Reichstag mientras comenta lo preocupado que está por la situación en los Balcanes occidentales.
El nuevo Bundestag salido de las elecciones del 26 de septiembre es el más joven y diverso de su historia, características que encarna Ahmetovic. Los diputados menores de 30 años se han disparado hasta el 6,4%, cuando en las últimas tres décadas oscilaron entre el 1,5% y el 3,8%. También han aumentado drásticamente los parlamentarios con antecedentes migratorios. Son el 11,3%, el doble que hace solo dos legislaturas.
El nuevo Gobierno, un tripartito de socialdemócratas, verdes y liberales, ha planteado una revolución en las estrictas políticas de migración e integración del país. El acuerdo de gobierno prevé, por ejemplo, facilitar la doble nacionalidad, algo que beneficiará especialmente a la comunidad turca. Después de décadas viviendo en Alemania, decenas de miles de turcos emigrados como “trabajadores invitados” siguen siendo extranjeros sobre el papel.
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